Tecnología

Industria musical, amenazada por grupos generados de IA

29 julio, 2025 11:46 am



La multiplicación de grupos cuya imagen y música son generadas en su totalidad por inteligencia artificial (IA) es la parte visible de un fenómeno que empieza a reducir el pastel que comparten los músicos profesionales.

Ya sea el ahora famoso Velvet Sundown con su rock de los años 70 o Aventhis y The Devil Inside con su country refinado, cada vez es más frecuente que una creación directamente salida de una interfaz de IA supere el millón de reproducciones en Spotify.

Detrás de estos conceptos reina la opacidad y los productores de esta música 100% IA son inaccesibles.

A diferencia de Deezer, Spotify no especifica qué temas son generados íntegramente con esta tecnología.

“En un futuro cercano, veremos surgir mucha música sobre la que no podremos decir quién la hizo o cómo se creó”, vaticina Leo Sidran, productor, compositor e intérprete.

Para este artista galardonado con un Óscar, la aparición de estos grupos de IA “muestra hasta qué punto muchas canciones son ahora comunes y predecibles”.

El productor y compositor Yung Spielburg asegura en el podcast “Imagine AI Live” que la IA subraya la separación entre “la escucha pasiva y activa”.

La escucha activa implica que las personas “estén interesadas en lo que tienes que decir” y se refiere a una música que, según él, tiene poco que temer por la llegada de la inteligencia artificial.

Con la escucha pasiva, la que se hace cuando uno prepara la comida, durante una cena o cualquier tarea en casa, “no buscas saber quién es el artista”.

Si los programas se vuelven lo suficientemente avanzados para que las “personas no puedan notar la diferencia” en la escucha pasiva, sellos discográficos y empresas elegirán la IA generativa, predice, porque no tendrán que pagar derechos.

Las plataformas de streaming “ya llenan listas de reproducción con música de ‘ambientación’, a menudo atribuida a artistas misteriosos sobre los que no hay ninguna información”, agrega Dennis DeSantis, profesor en la Universidad de Rochester.

Más allá del streaming, películas, series, publicidad o espacios públicos son presas fáciles para esta producción sintética porque “la música está en segundo plano”, sostiene el académico.





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