
La IA busca reducir sus necesidades energéticas
Gracias a nuevas técnicas de refrigeración, chips más potentes y avances en programación, el sector de la inteligencia artificial (IA) trata de limitar su consumo de energía en un contexto de crecimiento frenético.
Las infraestructuras de IA se basan en centros de datos que, según las previsiones de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), representarán en torno al 3% de las necesidades mundiales de electricidad de aquí a 2030, el doble de la proporción actual.
El martes, el presidente Donald Trump tiene previsto visitar Pensilvania para anunciar, según varios medios locales, unos 70.000 millones de dólares de inversión para IA e infraestructuras energéticas en este estado del noreste de Estados Unidos.
La consultora McKinsey habla de una “carrera” para construir suficientes centros para “hacer frente a la aceleración masiva en el uso de la IA”, al tiempo que advierte que se avecinan tiempos de escasez.
“Hay varias formas de resolver el problema”, adelanta Mosharaf Chowdhury, profesor asociado de la Universidad de Míchigan.
“Una es crear más fuentes de energía”, una vía en la que también están embarcados los pesos pesados de la IA, otra es “reducir la demanda” de electricidad a una capacidad equivalente, explica.