La peor semana de la ciencia jurídica

15 marzo, 2021 9:26 pm


«Una coma del legislador y bibliotecas 

completas se convierten en papel mojado».

Julios Von Kirchmann

1802-1884

 

Por donde se le vea, se podría decir que la semana del lunes 8 al viernes 12 de marzo de 2021 es una de las peores semanas para todo aquel que haya estudiado derecho (desde la licenciatura hasta los post-grados sobre la ciencia jurídica). Resulta desilusionante ver lo que se está haciendo con el derecho. Bien lo dicen muchos profesores de esa ciencia jurídica: una cosa es lo que se estudia en las aulas y se apunta en los cuadernos y en el pizarrón y otra cosa es lo que sucede en las calles, en los tribunales, en la realidad social.

Nada más para iniciar, el lunes 8 de marzo, con la conmemoración del día la mujer, no hubo quien hiciera conciencia jurídica respecto del papel que tiene la mujer y el hombre, nadie dijo que la humanidad requiere tanto a una como al otro, que es absurdo dividirlos y que la división que se hace no viene de ninguna concepción jurídica, sino de una razón política e, incluso, económica. ¿Cuándo hemos visto a otras especies de animales en esas mismas condiciones de división y enemistad? Pero eso no es todo: las protestar en las calles o ausentarse de las labores diarias es una muestra de lo alejada que está la cultura jurídica de la sociedad en general; culpa con la que, quizá, nosotros los profesores cargamos, pues todo da la apariencia de que no existen los canales jurídicos para resolver las exigencias. Bien se valdría preguntar: ¿de todas las participantes en estas manifestaciones, cuántas de ellas han ejercido el derecho de petición o, bien, promovido algún juicio de amparo por la falta de respuesta a sus reclamos, los que —de acuerdo al derecho— debieron ser por escrito, de forma pacífica y respetuosa, exactamente como lo dice la Constitución? Si nos ponemos a imaginar, si el número de personas que participaron en esas marchas y movimientos, en lugar de ello, se hubieran reunido en las oficialías de partes de las diversas instituciones del Estado, éstas colapsarían y, verdaderamente, habría cientos de precedentes en los tribunales del país.

Así nos seguimos con la decisión judicial de esta semana, que suspendió los efectos de la multicomentada reforma energética de este sexenio. ¿En cuántas ocasiones son las mujeres y los hombres, simples justiciables de a pie, quienes, necesitados de justicia y de una suspensión de los actos reclamados, de forma apremiante, promueven amparos, a los que los juzgadores requieren, previenen, desechan e, incluso, amenazan con dar vista a la «posible» comisión de un delito o, bien, ahora con la pandemia, frente a los que sostienen que no son ningún caso urgente para despachar? Pero aquí, en el caso, resulta que hasta se otorgó la suspensión de los efectos de la reforma energética. Se usó el interés público y el interés social de forma inversa a lo que sucede con la mayoría de los amparos que promueve la población de a pie.

Pero eso no es todo. Lo peor que sucedió con este caso fue que, desde la presidencia de la nación, se amenazara con inspeccionar al juez de distrito que otorgó la suspensión. Con lo que se pone en entre dicho la importancia que tanto tiene el principio de división de poderes en el Estado de Derecho, o bien se trata de toda una escena para desviar la atención de lo que esta sucediendo con las vacunas, la pandemia, la atención medica, los desempleados, la quiebra técnica del país.

Para rematar con noticias vergonzosas de la ciencia jurídica de tal semana, se publicó en el Diario Oficial de la Federación una reforma más a la Constitución (ahora en lo que respecta al Poder Judicial Federal). Ésta incluye la desaparición del recurso de reclamación en contra del desechamiento del recurso de revisión en amparo directo, abrogando el juicio de amparo denominado «soberanía»; muestras de que el acceso a la administración de justicia es un tema intrascendente para los legisladores. Además, la reforma constitucional al artículo 107° fue sustentada en la teoría alemana denominada por algunos como «neoconstitucionalista», que ya ha provocado tantas desilusiones para los que obtienen un amparo por omisión legislativa o por declaratoria de inconstitucionalidad de una disposición legal. Reforma constitucional que estará provocando que el poder judicial pierda legitimidad o, bien, que el sistema mexicano se convierta en la denominada «judiciocracia». 

Por todas estas noticias, bien se puede sostener que lo que acaba de suceder es que se ha pasado por la peor semana de la ciencia jurídica, como si esta caminara por una ruta distinta a la que la nación y la población requieren. (Web: parmenasradio.org).





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