Opinión

La reina, la incongruencia

29 julio, 2025 3:28 pm
Irma Sánchez


Mientras mas avanzamos, si analizamos, más retrocedemos. Y esto en todos los terrenos.

La lógica dejó de ser el camino para alcanzar cualquier objetivo y la congruencia está lejos de todo.

Nuestros gobernantes se está viendo, cada vez se apartan más de la congruencia y el compromiso pactado.

Entre lo que se dice en la euforia de un discurso y lo que se concreta, hay un abismo.

En el terreno interpersonal entre la euforia a la hora de contraer un compromiso y las condiciones para aterrizar la palabra empeñada, sigue habiendo un abismo por múltiples factores.

Esto lleva al planteamiento.

¿Hacia dónde vamos como sociedad?

No se trata de buscar culpables ni enumerar justificaciones. Para ser congruente en estos tiempos, hay que sacudir inercias y comprometerse consigo mismo, de lo contrario, seguiremos por el camino perdido con objetivos alcanzables.

Como decía él salgan “nada de que hay se va” porque la vida sigue y no hay retorno y el tiempo ido cada vez reducirá las posibilidades de concretar la plenitud en todos los planos de la vida individual y colectiva.

La congruencia estamos lejos de recuperarla y esto nos coloca en una vida de ficción y a un futuro nada fácil.

Todo esto nos lleva a la política real, porque somos eminentemente animales políticos, los filósofos, los juristas y todas las personas que profundizan en la sociedad como Aristóteles que dijo que “el hombre que no actúa en sociedad,les una bestia o un dios. Reflexión está llena de verdad y la vemos ahora en el tiempo de la inteligencia artificial,en que si bien los seres humanos no salen a la calle a convivir, lo hacen por medio de la cibernética”.

Sería mucho en profundizar. Esto nos lleva a como se gobiernan los pueblos y desgraciadamente muchos hemos llegado a la conclusión, aún en los pueblos más adelantados, que los gobernantes, llámense reyes, presidentes o primeros ministros, muestran rasgos de una profunda esquizofrenia que nos hace exclamar “los locos, tomaron la dirección de los sanatorios mentales y metieron en las salas de pacientes a los médicos, psiquiatras o terapeutas”.





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