“Leer por goce”
«[…] leer por goce,
acto de consumo capitalista».
Marx Arriaga
«Los maestros tienen que hacer suyo
un lenguaje crítico que denuncie la hipocresía,
la injusticia social y las situaciones de miseria».
Noam Chomsky
A unas semanas del inicio del nuevo ciclo escolar en México, después de un año desastroso (con pandemia, confinamiento, muertes, enfermedades, etc.), lejos de que haya optimismo para llevar a cabo un ciclo con nuevos bríos, surgen declaraciones lamentables como la de uno de los funcionarios en las políticas de educación en nuestro país. Categóricamente, ese personaje sostuvo lo que se desprende de la primera leyenda de esta columna. Una muestra de cuan defraudados estamos todos de esta administración pública federal; más defraudados con ese discurso tan lamentable, digno de que tal personaje, por orgullo propio, renuncie al cargo que le corresponde. Así vemos que, con la transformación que supuestamente iniciaba en México, no se vislumbran indicios de un cambio en la educación, de uno que, en vez de llenar a los estudiantes de ideas absurdas, los hiciera personas pensantes y críticas.
Cabe recordar al profesor de Simón Bolívar, Simón Rodríguez, quien tenía frases emblemáticas respecto de la educación y, por ende, de la lectura; pues todo da a entender que la diferencia de las personas y de los pueblos consiste entre los que leen y los que no leen. Basta con citar estas frases de aquel profesor latinoamericano del siglo XIX:
El maestro de niños debe ser sabio, ilustrado, filósofo y comunicativo, porque su oficio es formar hombres para la sociedad.
Enseñen, y tendrán quien sepa; eduquen, y tendrán quien haga.
La ignorancia es la causa de todos los males que el hombre se hace y hace a otros; y esto es inevitable, porque la moniciencia no cabe en un hombre: puede caber, hasta cierto punto, en una sociedad (por el más y el menos se distingue una de otra).
No es culpable un hombre porque ignora —poco es lo que se puede saber—, pero lo será si se encarga de hacer lo que no sabe.
Toca a los maestros hacer conocer a los niños el valor del trabajo, para que sepan apreciar el valor de las cosas.
Nadie hace bien lo que no sabe; por consiguiente, nunca se hará República con gente ignorante, sea cual fuere el plan que se adopte.
El título de maestro no debe darse sino al que sabe enseñar, esto es, al que enseña a aprender; no al que manda aprender o indica lo que se ha de aprender ni al que aconseja que se aprenda. El maestro que sabe dar las primeras instrucciones sigue enseñando virtualmente todo lo que se aprende después, porque enseñó a aprender.
Solo con la esperanza de conseguir que se piense en la educación del pueblo se puede abogar por la instrucción general. Y se debe abogar por ella; porque ha llegado el tiempo de enseñar a la gente a vivir, para que hagan bien lo que ha de hacer mal.
Enseñen a los niños a ser preguntones, para que, pidiendo el por qué de lo que se les mande hacer, se acostumbren a obedecer a la razón, no a la autoridad como los limitados, no a la costumbre como los estúpidos.
Desde luego que la educación era la parte sustancial para transformar la nación mexicana, pero no se ha tenido en cuenta; por el contrario, pareciera que seguimos en las mismas condiciones, y no respecto de las instalaciones escolares ni de los salarios de los profesores, menos aún respecto de la situación administrativa dentro de tantas y tantas instituciones educativas del país con tantos problemas burocráticos, sino respecto del tipo de educación. Era necesario convocar —o, por lo menos, hacer el intento— un congreso nacional para transformar la educación actual y, sobre todo, recobrar el liderazgo educativo mexicano en América Latina; pues cuántas generaciones han existido, por ejemplo, de estudiantes centroamericanos y sudamericanos que tomaban de referencia la educación en México. Es palpable que, en gran parte, el fracaso profesional y vivencial de muchas generaciones es por la pésima educación que hay en las escuelas, tanto públicas como particulares, siendo muchas veces estas últimas la que acarrean mayores males. Lo cierto es que, con personas convencidas de ese discurso respecto de la lectura, siendo ellas las que comandan la educación nacional, no se aspira a nada con esta administración pública federal más que contar con la beca Benito Juárez. (Web: parmenasradio.org).