Opinión

Los imprescindibles

17 noviembre, 2023 8:00 pm
Eduardo Pineda

“Hay quienes luchan un día y son buenos, hay quienes luchan varios días y son mejores, hay quienes luchan durante mucho tiempo y son aún mejores: fantásticos; pero hay quienes luchan toda la vida y esos son los imprescindibles” –decía Silvio Rodríguez durante un concierto.

Y tiene razón y tiene derecho a hablar de ello porque él mismo ha sido un luchador incansable, un ejemplo de resistencia y gallardía ante la adversidad, ante la realidad a la que decidió revelarse, muchos hombres y mujeres han optado por esa lucha, han decidido la resistencia como forma de vida. Pero hay otros que no decidieron luchar, la vida los puso en medio de un ring sin avisar, sin su consentimiento, así nada más, a sobrevivir ante el embate de su propio cuerpo, a pelear sin tregua y sin descanso ante la enfermedad que ha exorbitado las estadísticas desde finales del siglo pasado y hasta nuestros días: el cáncer.

Los pacientes que lo padecen no están solos, su lucha es la misma que la de sus familias, sus médicos, los voluntariados, los investigadores clínicos, los científicos, las organizaciones civiles, los medios de comunicación y, en ocasiones, los gobiernos. El cáncer es una enfermedad silenciosa que sorprende, por lo regular decimos “a mí no me va a pasar” hasta que nos pasa. Lo más temible de esta enfermedad es sin duda el profundo desconocimiento que se tiene de ella, sus variadísimas formas de expresión y que en muchos casos no es una patología adquirida sino congénita.

Es precisamente en este renglón donde la investigación de gabinete y clínica toman una importancia fundamental, en la adquisición de nuevo conocimiento sobre la naturaleza del cáncer y la formulación de estrategias para prevenirlo y combatirlo.

Sin duda los investigadores que han elegido a ésta como su materia de estudio, así como los médicos que están codo a codo con sus pacientes son los primeros soldados en la línea de batalla. Tratamientos, cuidados, alimentación, terapias de diversos tipos y un sin número de precauciones más que cambian por completo la vida de un paciente oncológico se tildan de manera diferente cuando los pacientes son niños pequeños.

El cáncer infantil es un problema que duele más allá de lo imaginable, porque en la edad donde se goza de la mayor inocencia y donde se debería ocupar el tiempo para jugar, aprender, divertirse y soñar; se ocupa en terapias, horas y días de hospital y dolor físico y emocional.

Afortunadamente en el mundo existen otros seres humanos también imprescindibles, los que sin padecer cáncer portan el sufrimiento del otro y empatizan con él para darle consuelo y esperanzas reales de vida y más aún de calidad de vida.  Tal es el caso de la Dra. Rocío Baños, quien se desempeña como investigadora en el área de oncología, además de ser un pilar fundamental de la fundación Nueva Esperanza.

Rocío cambió su look hace poco, la fundación requería apoyo económico y ella apostó con sus seguidores en redes sociales, pidiendo cooperación voluntaria a cambio de raparse si llegaba a la meta que se planteó. La meta fue superada y ahora espera pacientemente a que le crezca el cabello de nuevo.

Rocío narra su experiencia como una anécdota que le ha enseñado lo que significa atraer las miradas, recibir preguntas sobre si está enferma o no, etc. De esta forma ha logrado entender mejor a los pequeños que acuden a Nueva Esperanza y ha demostrado ser una imprescindible en la lucha incansable contra el cáncer.

Eduardo Pineda

eptribuna@gmail.com





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