
Muere Roberto Servitje, quien hizo de Bimbo una potencia global
En tiempos en los que el empresariado mexicano suele ser criticado por su cortoplacismo o su excesiva cercanía con el poder político, la figura de Roberto Servitje Sendra resulta una excepción digna de análisis. Este jueves falleció a los 97 años el cofundador de Grupo Bimbo, una de las empresas de alimentos más grandes del mundo. Su muerte cierra un capítulo clave en la historia de la industria panificadora mexicana.
Nacido en 1928 en la Ciudad de México, e hijo de inmigrantes catalanes, Servitje se integró desde joven al negocio familiar. Comenzó, como tantos empresarios de la vieja escuela, desde abajo: a los 17 años ya era supervisor de ventas en Bimbo. Más tarde impulsó la apertura de Bimbo Occidente, consolidando la presencia de la firma en Guadalajara, León y San Luis Potosí.
Pero fue en las décadas de los ochenta y noventa cuando Roberto Servitje dejó su huella más profunda. Como director general y luego presidente del consejo, encabezó la internacionalización del grupo. No sólo creció la red de fábricas —de 13 a 50 plantas—, sino que logró llevar el pan dulce mexicano a Estados Unidos, Europa, Asia y América Latina.
Y no se trató únicamente de expansión económica. Servitje incorporó en Bimbo una ética empresarial humanista, inspirada en la Doctrina Social de la Iglesia. Fomentó programas de desarrollo interno, respeto al trabajador y liderazgo austero. Su libro, Así fue, da testimonio de una visión del empresario como servidor público.
Este mismo jueves, mientras se confirmaba su muerte, el actual director de Bimbo anunciaba una inversión de 2 mil millones de dólares en México. Una coincidencia simbólica que resume el legado de Servitje: crecimiento, visión y compromiso con el país.