
Osoji: limpiar el espacio para ordenar el corazón
Alejandro Kasuga
Diciembre es una época de cierres. Cerramos el año, cerramos ciclos, hacemos balances personales, familiares y profesionales. Es también el mes en el que, casi sin darnos cuenta, acumulamos más: compromisos, emociones, cansancio… y desorden. En este contexto, quisiera compartir una tradición japonesa profundamente significativa llamada Osoji, que puede ofrecernos una poderosa reflexión para iniciar el año con mayor claridad y calma.
La palabra Osoji significa literalmente “gran limpieza”. En Japón, se realiza tradicionalmente a finales de diciembre y no se trata de la limpieza cotidiana de todos los días, sino de una limpieza profunda, consciente y colectiva. Casas, oficinas, escuelas, templos y empresas se detienen para limpiar a fondo: rincones que normalmente no se tocan, objetos que se han acumulado durante el año, espacios que han sido usados intensamente y que requieren atención.
Sin embargo, reducir el Osoji a una simple actividad doméstica sería quedarse en la superficie. En la cultura japonesa, limpiar no es solo una acción práctica; es también un acto simbólico, emocional y espiritual.
El origen del Osoji se remonta a siglos atrás y está fuertemente influenciado por el sintoísmo y el budismo. Antes de recibir el Año Nuevo —la festividad más importante en Japón— se considera fundamental dejar atrás lo viejo, lo innecesario y lo que ya cumplió su función. La creencia es clara: no se puede recibir lo nuevo si el espacio, físico y mental, está saturado de lo anterior.
Cuando limpiamos, no solo movemos objetos; removemos recuerdos, etapas, cargas emocionales. Cada cosa que guardamos tiene una historia. El Osoji invita a preguntarnos con honestidad qué es momento de conservar y qué es momento de soltar.
En Japón existe una idea muy clara: una casa desordenada refleja una mente desordenada. Un espacio limpio y ordenado ayuda a generar claridad mental, reducir ansiedad y recuperar enfoque.
Hoy en día, esta tradición se vive tanto en hogares como en empresas. En muchas compañías japonesas, los colaboradores limpian juntos sus oficinas antes de cerrar el año laboral. En las escuelas, los alumnos limpian salones, pasillos y patios. No se delega. Quien usa el espacio, se hace responsable de él.
El Osoji transmite una enseñanza poderosa: el orden no es un lujo, es una base. Como se dice en Japón: Ba ga totonoreba, kokoro mo totonou. Cuando el entorno se ordena, el corazón también se ordena.
Tal vez no vivimos en Japón, pero el espíritu del Osoji es universal. Antes de comenzar un nuevo año, vale la pena detenernos y reflexionar qué necesitamos limpiar para iniciar con intención, ligereza y serenidad.






