Pinta tu mundo
Eduardo Pineda
Ya es imposible negar que la sociedad que hemos construido en los últimos siglos se encuentra en un deterioro ético, moral, sensitivo y espiritual. Casi todos los sectores sociales se encuentran permeados por la cultura del consumo y la vanagloria, la vanidad, el poder, la corrupción, la impunidad y el estatus social.
Glorificamos el agotamiento como mérito laboral, aplaudimos al delincuente y descalificamos al honesto, le decimos tonto cuando no aprovecha una oportunidad para hacerse de lo que no ganó con su propio esfuerzo. Hemos perdido también la apropiación de los espacios, la identidad de los territorios que habitamos y el cariño a los sitios que transitamos; vemos a la ciudad como ajena, muchas veces tememos salir a las calles por la delincuencia, perdimos la confianza en nuestras autoridades, en nuestros saberes propios, en la tradición de vivir en paz, en los vecinos y hasta en los amigos y familiares.
Vivimos en la cultura de la desconfianza, del agandalle y la mentira, cultura que se fomenta desde las más altas esferas gubernamentales, empresariales y religiosas. Y, por si esto pareciera poco, en las últimas décadas hemos una construido una nación sometida al crimen organizado, gobernada bajo un régimen de narcoestado, transformando a la raza de bronce legada por Cuauhtémoc en la raza vulnerable a los caprichos de los delincuentes de cuello blanco que se asocian a las grandes mafias, ya sean delictivas o empresariales.
Sin embargo, en medio de este deterioro, hay seres humanos que piensan que el arte es una forma de regresar a los principios básicos que nos definen como especie, como seres sensibles, emocionales y trascendentes. Personas comprometidas con la reapropiación del espacio público a través de las expresiones artísticas, la identificación de los habitantes con su ciudad y con su barrio desde la práctica y disfrute de las artes.
También es grato darse cuenta que aún algunos funcionarios están genuinamente preocupados por aportar a esta forma de resistencia que los pobladores emprenden cuando se organizan y actúan en el ejercicio de reconciliar lo que nos hace humanos con nuestra forma de vida actual.
Prueba de ello es la próxima exposición colectiva “El mundo no es como lo pintan, es como lo pintas tú” que reunirá a decenas de artistas locales y extranjeros con la finalidad de mostrar su obra en la reinauguración del museo regional del INAH en Puebla.
Por ello, es plausible la labor de Margarita Melo, gestora cultural e incansable promotora de la sensibilidad humana y de Monik Foyo, artista plástica, al lado de artistas reconocidos por su actividad cultural y activismo social, siempre en pro de la estimulación de los pueblos hacia las expresiones que el arte ofrece. Ellas y ellos trabajan desde ya en esta tarea que veremos materializada en el primer trimestre del 2025, pero es ahora el momento de ponerse en contacto con ellas para participar como expositor en esta muestra de colores y formas que nos replantean volver a pintar el mundo.
Eduardo Pineda
eptribuna@gmail.com