Protegiendo a los trabajadores sin protegerlos
«El Estado funciona solamente
en la medida en que se
reconoce que funciona».
Slavoj Žižek
En la conmemoración oficial del día del trabajo, se ha sostenido que, dentro de las políticas de la nación, se apoya principalmente la clase trabajadora. Lo cual es un muy buen propósito; sin embargo, es algo que se ha dicho ya en muchas administraciones, sobre todo en los tiempos en que iniciaron las excesivas inflaciones en México y que provocaron, en las décadas de los ochenta y noventa del siglo xx, la creación de los denominados «pactos económicos», que solamente palearon un poco la situación catastrófica que se estaba viviendo. No obstante, todo quedó ahí y no hubo más; ya que, después, con la entrada en vigor del tratado de libre comercio, la situación económica de los trabajadores empeoró a tal grado que aquellos fueron los años donde se iniciaron estos sistemas de outsourcing e insourcing, que ahora se pretenden penalizar.
Pero el problema a dilucidar es lo que hoy sucede en el marco del día del trabajo. Si bien el propósito es ayudar a la clase trabajadora con, por ejemplo, el aumento al salario mínimo (el cual ya sólo queda como un indicador económico más) o, también, con la legislación para prohibir las outsourcing e insourcing ilícitas; sin embargo, esto no es suficiente para que el discurso oficial sostenga que está apoyando a la clase trabajadora del país. Por ello, parece que el discurso de esta ocasión está quedándose en el mismo discurso que el de administraciones públicas anteriores, pues está viendo solamente desde un lado muy parcial lo que representa el trabajo y la relación laboral.
Únicamente se observa unilateralmente el aparente apoyo a los trabajadores; por lo que no es posible decir que se los está apoyando. En primer término, no basta con sostener que ha habido incremento en el salario mínimo, pues también es necesario implementar otra serie de ayudas al trabajador, como la de contar con un mejor sistema de educación en el país, lo cual no está sucediendo; por el contrario, ahora con la pandemia, está agudizándose la pésima calidad de educación en México. Es evidente que un trabajador mejor capacitado y preparado en las escuelas tendrá mejores condiciones de vida. Por tanto, no se ha ayudado del todo a los trabajadores si no hay una reforma profunda del sistema educativo y, con ello, una reestructuración de la propia sep. Si no hay un sistema de educación más acorde con la realidad de México, no habrá apoyo, principalmente, a la educación a los trabajadores.
Esta misma situación sucede con el ámbito fiscal: una cosa es el discurso y otra la realidad del «apoyo económico». De entrada, la clase trabajadora es la que más paga Impuesto Sobre la Renta y la que, adicionalmente, menos oportunidades de beneficios cuenta; incluso, casi no deduce.
Por ello, en este proceso de cambio o transformación, no hay apoyo alguno a los trabajadores en el ámbito tributario; ellos siguen siendo a los que más se recauda y son, adicionalmente, los que tienen mecanismo muy complicados para la devolución de sus impuestos. Sin embargo, esto no es todo, todavía falta la razón más preocupante que impide sostener que se está dando mejor calidad y condiciones de vida al trabajador.
El gobierno no se ha percatado o no quiere percatarse de que, para que haya trabajadores, debe haber una relación laboral entre un trabajador y un empleador, pues el que otorga y abre fuentes de empleo es el empleador (comúnmente denominado «patrón»). Ahora bien, si, en esta promoción al trabajador, no se toma en consideración al empleador, no hay protección alguna; lo dicho se vuelve un mero discurso. Basta con observar lo que ha sucedido con los empleadores: no cuentan con operación, no tienen actividades, no tienen posibilidades de pago de nómina, etc.
No hay apoyo a los trabajadores en los ámbitos educativo y fiscal, ni hay apoyo para promover fuentes de empleo; ya que todo el discurso oficial va encaminado a asumir que los culpables del sistema son los empleadores. Por ello, los patrones que tienen posibilidades han cerrado sus negocios, otros se han mudado a Estados Unidos de América, otros más están colapsados sin ninguna posibilidad de recuperarse de la pandemia y los que cuentan con menores recursos económicos, simplemente, no invierten en actividades económicas que requieran trabajadores. El sistema está invitando a invertir en cuestiones financieras o bursátiles, pero, de ninguna forma, a poner un negocio con empleados. Por ello, no hay apoyo. Simplemente, hay un discurso más de los que nos hemos acostumbrado a escuchar. (Web: parmenasradio.org).