Rihanna y el fin de la belleza exclusiva

6 agosto, 2021 7:15 am


El mundo del cuidado personal cambio en 2017 cuando Rihanna se propuso pasar de cantante a empresaria y lanzar Fenty Beauty de la mano de la compañía francesa LVHM revolucionando automáticamente el mundo del maquillaje y derribando una estela de paradigmas de belleza que durante más de un siglo habían subyugado el autoestima de los cuerpos y rostros disidentes.

Durante los años veinte del siglo pasado la industria de la belleza como muchas otras comenzó a revolucionar y crear nuevos mercados, se crearon los cosméticos fabricados a gran escala y los estándares de belleza femenina comenzaron a servir al interés mercantil del consumo, los labios rojos, el delineador oscuro y los rostros pálidos se convirtieron en un canon que a pesar del paso del tiempo y el cambio de estilos, sobrevivieron como el uso reglamentario de la belleza ideal.

A principios del siglo XXI hemos presenciado el exponencial crecimiento de marcas y técnicas de belleza e incluso la estandarización de los “Make up artist”, a raíz del éxito de influencers como Kim Kardashian y Jefree Star quienes comenzaron a utilizar su plataforma de fans y redes sociales como cuna para el nacimiento de sus marcas propias, destacando una en particular, Kylie Cosmetics, una marca de maquillaje lanzada por Kylie Jenner, la menor de la dinastía Kardashian-Jenner, desde adolescente y creciendo con cámaras de reality show y paparazzi rodeándola todo el tiempo deseaba que sus labios fueran más llenos y voluptuosos, sin embargo, la genética pensaba lo contrario, después de hacerse un “filling”, procedimiento quirúrgico mediante el cual el volumen de sus labios aumentó visiblemente, ella argumentó que este cambio estético en realidad se trataba de una ilusión óptica que ella hacia mediante el sobre delineado de sus labios y la combinación de productos y el público en general compró esta mentira.

Kylie decidió aprovechar esta mentira blanca para venderla embotellada en la forma de su propia marca de cosméticos, que por supuesto, tenían como protagonista a los milagrosos delineadores de labios, sus productos solo podían comprarse en línea en su sitio web y los precios iban de 29 a 400 dólares, la primera línea se agotó en menos de un minuto y la aparente emoción construida en cada lanzamiento de poder comprar uno de sus productos antes de que se agotaran en minutos era suficiente para crear el mito de que lo que dictaba Kylie era ley en tendencia y que sus productos eran de la mejor calidad, a lo largo de casi tres años esta misma fue menguando y siendo cada vez más aparente que eran fabricados solo como señuelo de consumo y no como se promocionaba, un producto inclusivo o de uso profesional.

En 2017, luego de que Kylie Cosmetics lanzara una línea decepcionante de maquillaje que incluía una serie de bases de maquillaje con muy poca variedad de tonos enfocada principalmente a las pieles de tono claro, Rihanna lanza a través de un evento mundial Fenty Beauty que incluía una gama de 50 tonos diferentes de base de maquillaje para pieles oscuras, medias y claras, algo sin precedentes, además esta línea si estaba disponible inmediatamente para orden en línea y venta física en grandes almacenes con surtido suficiente para la demanda real.

Kylie no fue la única en resentir el cambio de carrera de Rihanna, Victoria’s Secret fue bochornosamente aplastada también, la histórica marca de lencería era conocida por su rígido y estricto canon de “Ángel”, mediante el cual mantenía en sus filas a las modelos más altas, delgadas, tonificadas y estilizadas, organizando desfiles que demostraban mucho glamour y exceso, sin embargo, desde 2016 experimentó dificultades al hacerse públicas declaraciones del creador de este concepto que aseguraba nunca incluir a modelos transexuales o de tallas extras ya que desprestigiarían el canon de belleza que defendía la marca, esto fue un escándalo en crecimiento que se avivó con declaraciones de los mismos “Ángeles de Victoria” que contaron la enorme presión y abuso del que eran víctimas para mantenerse en este estatus, entre ellas dietas extremas y mediciones continuas, en 2017 Rihanna lanzó con bombo y platillo (pero sin alardear), Savage X Fenty, una línea de lencería que no solo apuntaba a las mujeres de medidas perfectas sino que incluía a modelos transexuales, y cuerpos diversos, esto terminó de sepultar a Victoria quien canceló sus desfiles y solo hasta el 2021 declaró que volvería a hacer el evento, esta vez con modelos diversos, que lejos de limpiar su imagen se percibió como un desesperado intento por alcanzar a una sociedad que se hartó de la victimización de la diversidad a manos de cánones irreales.

Actualmente, Rihanna se ha ausentado de su carrera musical para dedicarse a un negocio mucho más rentable que le ha dejado ganancias arriba de los mil millones de euros, la belleza inclusiva, una nueva forma de apreciación que no apunta a la formación de cánones y estigmas de belleza sino a la aceptación de uno mismo y la proyección de la personalidad independiente de la raza, el tono de piel, el tipo de cuerpo o la identidad sexual, muchas industrias se han unido a esta corriente, pero contrario a las décadas pasadas ahora corresponde a cada consumidor decidir el producto que desea y la tendencia a la que se adscribe en plena libertad de expresión, el estilo puede cambiar pero el centro de la belleza debe ser primordialmente humano.





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