Estado

Se sigue buscando catalogar violencia ácida como tentativa de feminicidio

23 agosto, 2022 6:11 pm
Liliana Tecpanecatl

Puebla, Pue.- Carmen, Esmeralda, María Elena. Protagonistas de historias de terror. Mujeres víctimas de la violencia ácida, de ataques con sustancias corrosivas que las desfiguraron. Mujeres cuyos rostros son portadores de una advertencia atroz del patriarcado: “La próxima, puedes ser tú”.

“El ejercicio de violencia no es otra cosa que el uso y abuso del poder de parte de los agresores, implica que hay una relación asimétrica del uso del poder, es decir, ellos ostentan generalmente el poder, debido a la socialización a todos estos estereotipos de género que facilitan que se vea a la mujer como alguien que está por debajo de los hombres, alguien que puede ser vulnerado en sus derechos”.

 

Así lo explica la maestra Adriana Reyes, coordinadora de investigación de la Fundación Carmen Sánchez, dedicada a visibilizar estos casos, dándole voz a las víctimas y exigiendo a los congresos estatales que consideren esta clase de ataques como “tentativa de feminicidio.

 

Ante la falta de datos oficiales por parte de las fiscalías, la fundación Carmen Sánchez lleva su propio registro. Tan solo en lo que va del año han documentado 45 casos de mujeres que han sufrido quemaduras con ácido, alcohol e incluso agua hirviendo. Y la cifra crece.

 

No es casual que la mayoría de los ataques estén dirigidos al rostro, cuello y pecho de las víctimas, ya que el objetivo del agresor es refrendar otra máxima del machismo: “Si no eres mía, no serás de nadie”, explica la activista Marisol Calva.

 

“Sí es muy grave que no se esté considerando esto como una problemática nacional cuando se está incrementando el número de casos con este tipo de violencia, que tienen una saña enraizada en un mensaje muy profundo, muy machista y muy misógino que es el famoso, si no eres mía no vas a ser de nadie más, el controlar a las mujeres a través de marcar sus cuerpos”.

 

La mayoría de las víctimas, contabilizadas por la Fundación Carmen Sánchez,  tenía entre 20 y 30 años de edad al momento del ataque y en el 85% de los casos el agresor fue un hombre y el 90% de ellas era pareja o ex pareja de las mujeres atacadas.

 

En el 90% de los casos, el ataque desfiguró el rostro de la víctima. De modo que las mujeres quemadas con ácido, se enfrentan al espejo, al trauma al desempleo y en ocasiones, a la discapacidad. Se enfrentan al terror de volver a sufrir un ataque y a la indolencia de la autoridad.

 

“También hay afectaciones económicas, porque ellas dejan de trabajar, tienen que estar hospitalizadas y pierden sus empleos, a nivel psicológico también hay muchos traumas, estrés post traumático, incluso tentativas de suicidio”, acotó la psicóloga Adriana Reyes.

 

Actualmente, los ataques con sustancias corrosivas son delitos sin agravante de género en 25 de los 32 Estados de México. Esa característica legal y la falta de procedimientos con perspectiva de género para juzgar esta violencia abonan la impunidad, porque las penas son menores.

 

En Puebla esta clase de ataques solo pueden denunciarse como lesiones, el objetivo es que puedan catalogarse como tentativa de feminicidio y que se desarrollen protocolos de atención a las víctimas, tanto en los ministerios públicos como en los hospitales. La violencia ácida es un crimen atroz y como tal debe castigarse.





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