Curiosidades

Sin saber, miles de jóvenes ayudaron a preparar la bomba atómica que detonó en Hiroshima

10.000 mujeres jóvenes que, sin saberlo, se dedicaban a realizar una tarea que resultaría clave para el desarrollo de Little Boy

7 agosto, 2023 4:52 pm
Redacción

En plena Segunda Guerra Mundial, una joven de nombre Ruth Huddleston acababa concluir la secundaria en su pequeño pueblo de Tennessee, en Estados Unidos.

Ruth había conseguido un trabajo, en una fábrica de calcetines local, pero notó que la mayoría de sus compañeros estaban aplicando para trabajar en una gran instalación que estaba siendo construida en una ciudad cercana llamada Oak Ridge.

La adolescente se animó para aplicar al trabajo del que todos hablaban, y en compañía de su padre emprendieron el camino hacia el nuevo empleo, cabe destacar que el progenitor de Ruth decidió que también iba a aprovechar la oportunidad para ver si podía conseguir uno de los codiciados empleos.

En una entrevista del 2018, la ahora veterana, de 93 años, dijo que aquel día, ella y su papá consiguieron trabajo.

Aunque Ruth y su padre no lo sabían, estaban trabajando para el Oak Ridge National Laboratory, una parte clave del plan secreto de EE.UU. para construir una bomba atómica en el famoso Proyecto Manhattan, en el que se centra la popular película recientemente estrenada, Oppenheimer dedicada al físico que logró crear la primera arma nuclear.

Siendo apenas una adolescente, Ruth empezó a trabajar en una de las plantas de Oak Bridge llamada Y-12 como “operadora de cubículo”.

“Nosotros le decíamos así, pero hoy en día nos llaman las chicas del calutrón”, contó la veterana en aquella entrevista de 2018, año en el que el Oak Ridge National Laboratory celebró sus tres cuartos de siglo.

No era un trabajo cualquiera

Ruth era parte de un grupo de unas 10.000 jóvenes que, sin saberlo, se dedicaban a realizar una tarea que resultaría clave para el desarrollo de Little Boy, como se llamó a la bomba atómica que sería lanzada dos años más tarde sobre la ciudad japonesa de Hiroshima.

Estas mujeres operaban los paneles de control de los calutrones, unas máquinas que se usaban para separar los isótopos del uranio y así poder enriquecerlo y usarlo como combustible nuclear.

Y es que, aunque ellas no lo sabían, la Y-12 era en realidad una planta creada para separar isótopos electromagnéticos a escala industrial, separando el uranio 235 más liviano del uranio 238 más pesado y común para enriquecerlo.

Aunque los más de 1.500 calutrones, unos espectrómetros de masa adaptados por el químico nuclear estadounidense Ernest Lawrence para enriquecer uranio, como parte del Proyecto Manhattan— actuaban una tarea extremadamente sofisticada, operarlos no era tan complejo: debías monitorear los medidores y saber cuándo ajustar las perillas.

Dada la escasez de mano de obra calificada debido a la guerra, los promotores del proyecto decidieron reclutar a mujeres jóvenes de la zona.

A través de una serie de pruebas descubrieron que estas muchachas hacían incluso un mejor trabajo que muchos científicos monitoreando los calutrones, ya que los expertos tendían a distraerse con las máquinas o buscaban experimentar con ellas.

Ruth recuerda la primera vez que se encontró con estos raros equipos gigantes.

“Después de darnos el visto bueno para empezar a trabajar, nos llevaron a una habitación que estaba repleta de los que nosotros llamábamos cubículos, que eran aparatos grandes de metal, que tenían todo tipo de calibradores, que nos enseñaron a operar”, recordó Ruth sobre su primer día en la Y-12.

“Nos explicaron que, si el calibre si iba mucho hacia la derecha, teníamos que ajustarlo con el dial para volver a centrarlo, y si se iba mucho para la izquierda, lo mismo. A veces no lo podías estabilizar y en ese caso llamabas al supervisor”.

La tarea central de las muchachas eran mantener la temperatura en el tanque estable. Por si se calentaba mucho, les enseñaron a aplicar frío (en la forma de nitrógeno líquido).

“Pasábamos el día sentadas sobre banquetas frente a los cubículos, apenas levantándonos para ir al baño”, recordó Ruth sobre aquella tarea.

“Temías irte porque la máquina podía ‘salirse de orden’, como decíamos”, señaló.





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