Se cumplen 29 años del despertar del Popocatépetl
David Becerra
Puebla, Pue.- Hace 29 años (un 21 diciembre de 1994) despertó el Popocatépetl, uno de los colosos que flanquean a la ciudad de Puebla, con un resplandor que correspondía a un líquido viscoso a cientos de grados centígrados, entre los 800 y mil 200 °C.
Esta actividad se dio después de 70 años de aletargamiento, tiempo durante el cual las personas se acostumbraron a vivir a sus faldas sin ningún riesgo o precaución; no existía ninguna restricción para escalar e, incluso, se podía llegar al cráter, hasta aquel 21 de diciembre de 1994, donde la vida de los pobladores daría un giro radical.
Don Goyo ya había dado indicios de actividad desde meses antes, pero estas se reducían únicamente a fumarolas ocasionales; sin embargo, fue el 21 de diciembre de aquel año, cuando se anunció su despertar con una serie de sismos volcanotectónicos y pequeñas explosiones con expulsión de material balístico incandescente.
La cúspide de actividad se dio a la 1:54 de la madrugada, cuando la mayor de las explosiones abrieron el ducto interno del Popo provocando una emanación de gases y material pulverizado que despertó a la autoridad inmediatamente para su monitoreo.
En aquella mañana, Puebla capital y las Cholulas se encontraban tapizadas de ceniza y sobre el cono volcánico una columna de gases de alrededor de 6 kilómetros de altura, al tiempo, los medios, los curiosos y los expertos ya se encontraban mirando expectantes sobre el comportamiento de Don Goyo.
Desde ese momento el coloso nos mostró el poder de la naturaleza, alternando entre lapsos de actividad ligeros e intensos con ciclos de basta caída de ceniza y también meses de aletargamiento.
Uno de los más recientes episodios donde las zonas aledañas al volcán se tapizaron de ceniza fue en mayo del presente año, pero además de este también ha habido episodios de intensa expulsión de material incandescente como en el año 2000, coincidiendo también en la temporada decembrina.
Actualmente, el radio de seguridad es de 12 kilómetros del cráter y aunque se sabe que cruzar este perímetro es una alta probabilidad de muerte, siguen existiendo muchos temerarios que lo sobrepasan para exhibir en redes sociales su osadía.
Los poblanos, sobre todo las generaciones que no rebasan los 30 años, viven acostumbrados a tener de vecino un volcán activo y aunque existe respeto a don Goyo, la realidad es que todos viven sin miedo y acostumbrados a disfrutar los paisajes que el volcán nos puede regalar en un amanecer o un atardecer con una impresionante fumarola.
