Comunicación responsable
Eduardo Pineda
Henry David Thoreau, escritor, poeta y filósofo, comentó en una ocasión: “El elogio más grande que me han realizado jamás, es cuando me preguntaron qué pensaba y se atendió a mi respuesta”. Vemos en esta expresión una de las formas más acabadas de la empatía y notamos entre líneas las cualidades que ésta aporta en el proceso comunicativo: escuchar, comprender y reaccionar al mensaje, completando así el ciclo deseable cuando interactúan interlocutores.
Sin embargo, esta tarea no siempre es fácil, pues en el camino se interponen varias barreras de ambos lados. Es posible que quien emite el mensaje no lo exprese con la claridad adecuada o que no cuente con una base clara y distinta en su pensamiento y por ende el mensaje resulte maltrecho. O bien, el receptor anteponga prejuicios, ideas preconcebidas, calificaciones y descalificaciones al mensaje antes de comprenderlo a cabalidad desde el contexto del emisor.
Una vez que se ha resuelto el problema del entendimiento, devienen otros conflictos en la labor de comunicar, por ejemplo, la naturaleza misma del mensaje puede ser expresado con claridad y entendido de igual forma, pero, es posible también que sea un mensaje externado sin responsabilidad, sin un cálculo adecuado de las consecuencias o con una intención peyorativa.
De la misma forma podemos encontrar mensajes que son expresados y entendidos correctamente pero que no alcanzan su objetivo, que no cumplen su función y entonces, quedan de una u otra forma truncos. A ese respecto, Antoine de Saint-Exupéry, autor de uno de los libros más emblemáticos de todos los tiempos, El Principito, nos instruye sobre la persecución del objetivo en la tarea de comunicar. Nos dice, por ejemplo, que la motivación es mucho más importante que la explicación detallada, ésta vendrá después de que el interlocutor desee aquello que se le quiera decir, y para explicarlo mejor, nos dejó una máxima que entrecomillo: “Si quieres construir un barco, no reúnas a la gente para recoger madera ni les asignes tareas y trabajos, sino enséñales a añorar la inmensidad infinita del mar”.
Tópicos alusivos a la comunicación y la responsabilidad que implica, se abordan de forma magistral en el libro que la Dra. Gabriela Hernández compila y ofrece a sus lectores como un esfuerzo por desplegar el modelo de comunicación que nos propone en su libro “Comunicación Responsable”, concepto que, exige de las personas competencias, habilidades, conocimientos y actitudes éticas para que se logren aprendizajes, saberes, prácticas, contextos y responsabilidades más humanas, sustentables, cooperativas y armónicas que deriven en un mejor actuar personal, institucional, profesional, mediático y gubernamental.
Gaby Hernández propone estrategias de comunicación desde la trinchera misma de la comunicación escrita, lo hace a través del trabajo que reúne de un colectivo de mujeres preocupadas por establecer una guía para que los lectores encontremos el camino más adecuado en el proceso de la expresión y comprensión de los mensajes, para la apropiación de la otredad en el contexto del desarrollo humano y social.
Eduardo Pineda
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