
También es culpa nuestra
Alejandra Bautista
Cuando llueve en Puebla, ya no solo se moja la ciudad: se inunda. Las calles se convierten en ríos, y los autos, como vimos este fin de semana, pueden quedar flotando bajo pasos deprimidos; a eso se suma la caída de árboles y el tráfico colapsado.
Las lluvias de este mes de julio (que lleva tan solo 14 días) han sido intensas, sí, pero el daño no ha sido solo culpa del clima. La ciudad se inunda porque, entre todos, la hemos dejado vulnerable.
El colapso tiene muchas causas… y también muchas manos.
Es fácil culpar a las autoridades: drenajes viejos, escasa planeación urbana, respuestas lentas. ¿Pero qué hay de nosotros? ¿Qué hay de nuestra responsabilidad ciudadana?
¿Qué pasa con la bolsa de basura que alguien dejó mal cerrada?
¿Con la botella que se arrojó desde la ventana del coche?
¿Con la coladera frente a —nuestra— casa que nadie limpia porque “eso le toca al gobierno”?
El agua que cayó del cielo se encontró con basura acumulada en coladeras, calles saturadas de desechos y canales obstruidos. Los sistemas de drenaje colapsan porque no fueron diseñados para tanta agua… ni para tanto descuido.
Zonas como Vía Atlixcáyotl y Carmelitas no solo están mal diseñadas desde lo urbano —se ha pavimentado sin dejar áreas verdes, se han cubierto cauces— y el agua, simplemente, ya no tiene por dónde irse.
Y mientras tanto, los ciudadanos construimos bardas que tapan escurrimientos, rellenamos barrancas, y creemos que la naturaleza puede adaptarse a nuestros caprichos. ¿Qué crees? No puede.
No será la última lluvia del año. Vendrán más. La pregunta es: ¿volveremos a decir “fue culpa del clima”? ¿O nos atreveremos, por fin, a asumir nuestra parte?