
Keiretsu: redes de empresas aliadas y su papel en la resiliencia económica
Alejandro Kasuga
Introducción
En los últimos años hemos visto cómo las crisis globales —pandemias, disrupciones en las cadenas de suministro, conflictos geopolíticos o desastres naturales— ponen a prueba la solidez de las economías nacionales y la supervivencia de muchas empresas.
En este contexto, vale la pena mirar hacia Japón y aprender de un modelo que ha sido pieza clave para su recuperación y fortaleza: el Keiretsu, que podemos entender como redes de empresas aliadas con relaciones de confianza a largo plazo.
Más allá de un concepto técnico, el keiretsu es un estilo de colaboración empresarial que promueve la resiliencia: la capacidad de resistir y adaptarse ante la adversidad. Este enfoque ofrece lecciones valiosas para el sector empresarial mexicano, sobre todo para las micro, pequeñas y medianas empresas que suelen estar solas frente a las crisis.
¿Qué es un Keiretsu?
El término keiretsu se refiere a grupos de empresas independientes que deciden unirse mediante alianzas estratégicas, participaciones accionarias cruzadas y acuerdos de cooperación mutua.
Estas alianzas no eliminan la independencia de cada empresa, pero las vinculan en torno a una visión de beneficio común y sostenibilidad a largo plazo.
El ejemplo más conocido es el de la industria automotriz japonesa. Alrededor de Toyota existe una amplia red de proveedores: fabricantes de acero, productores de llantas, compañías de logística, bancos, aseguradoras, incluso empresas de tecnología. Todos trabajan con objetivos compartidos, con altos estándares de calidad y un fuerte compromiso con el desarrollo de cada miembro de la red.
Origen histórico y filosofía subyacente
Tras la Segunda Guerra Mundial, Japón quedó devastado: escasez de capital, fábricas destruidas y una gran necesidad de reconstrucción. En ese escenario surgió la idea de que ninguna empresa podía salir adelante por sí sola.
Los keiretsu fueron el resultado natural de esa visión colaborativa: las compañías se aliaron para compartir recursos, acceder a financiamiento, intercambiar conocimiento técnico y garantizar la continuidad de sus cadenas de suministro.
Esta estructura descansa sobre valores muy japoneses:
– Lealtad y confianza: las relaciones no se basan solo en contratos sino en la palabra y la reputación.
– Beneficio mutuo (kyōsei): el éxito de uno es el éxito de todos.
– Visión a largo plazo: no se busca solo el mejor precio inmediato, sino la sostenibilidad de la relación comercial.
El keiretsu como escudo ante las crisis
Uno de los mayores aprendizajes de este modelo es su papel en la resiliencia económica.
Cuando Japón enfrentó la crisis del petróleo en los años setenta, las redes keiretsu coordinaron respuestas conjuntas para ajustar procesos y compartir recursos.
Décadas después, durante el tsunami de 2011, esas mismas redes facilitaron la rápida recuperación: las empresas dentro del keiretsu se apoyaron mutuamente para mantener el empleo, compartir inventarios y restablecer operaciones más rápido que las compañías aisladas.
Los beneficios principales que se observan son:
- Estabilidad financiera: el respaldo mutuo permite ofrecer créditos preferenciales y ayuda a sortear problemas de liquidez
- Continuidad operativa: compartir inventarios y logística reduce la interrupción de la producción
- Innovación compartida: se fomenta la investigación conjunta y la transferencia de tecnología
- Protección de empleos: priorizan la estabilidad laboral para mantener talento en tiempos difíciles
Lo que México puede aprender
El tejido empresarial mexicano, especialmente fuera de las grandes corporaciones, suele caracterizarse por la fragmentación y las relaciones puramente transaccionales. Muchas empresas ven a su proveedor como un costo que hay que reducir y no como un socio estratégico.
Para ganar resiliencia, el sector privado mexicano podría:
1. Impulsar clústeres regionales
Agrupar empresas de una misma cadena de valor —por ejemplo, agroindustria, autopartes o turismo— para coordinar estándares de calidad, logística y compras colectivas.
2. Establecer fondos de financiamiento solidario
Bancos locales y cámaras empresariales pueden diseñar esquemas donde el buen historial de pago de todo el grupo beneficie a cada integrante.
3. Fomentar relaciones de largo plazo
Cambiar el enfoque del “mejor precio inmediato” por contratos que premien la confiabilidad, el servicio y la innovación conjunta.
4. Vincular a universidades y centros tecnológicos
Así como los keiretsu colaboran con institutos de investigación, México necesita integrar el conocimiento académico al ecosistema productivo.
5. Desarrollar códigos de ética compartidos
Promover confianza a través de reglas claras sobre cumplimiento fiscal, responsabilidad social y calidad.
Una visión de ecosistema y no de competencia aislada
El keiretsu nos enseña que la competencia no está reñida con la cooperación. Las empresas pueden seguir compitiendo en el mercado global, pero cooperar para fortalecer el ecosistema del que dependen.
En tiempos de incertidumbre económica, un proveedor fuerte y estable es tan valioso como un cliente satisfecho.
Para el empresariado mexicano, esto implica un cambio cultural: construir confianza y pensar en el “nosotros” antes que en el “yo”. Esta mentalidad puede marcar la diferencia frente a futuras crisis económicas, sanitarias o climáticas.
Conclusión
México tiene un enorme potencial productivo y creativo, pero también enfrenta vulnerabilidades: dependencia de importaciones clave, cadenas de suministro dispersas y poca integración entre regiones.
Adoptar la filosofía del keiretsu —adaptada a nuestra realidad— podría ayudarnos a fortalecer sectores enteros, crear empleos estables y competir con mayor fuerza en el mercado global.
El reto es dejar de ver a los aliados estratégicos como simples transacciones y empezar a tejer redes sólidas de colaboración, confianza y beneficio mutuo.
Tal vez no usemos la misma palabra japonesa, pero el espíritu de cooperación a largo plazo puede transformar la manera en que nuestras empresas enfrentan el futuro.