Insaciable: el desarrollo inmobiliario en Puebla
Puebla, Pue.- Pese a que en Puebla no se necesitan más oficinas ni más viviendas de lujo, las empresas inmobiliarias no han dejado de construir nuevas edificaciones en el estado, ni siquiera durante la pandemia. La sobreoferta, calificada como innecesaria incluso por integrantes del sector, aunada a los daños ambientales y sociales generados en localidades aledañas comprueban que en la entidad el acelerado desarrollo inmobiliario es un problema crónico.
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El problema está presente en Puebla desde hace casi tres décadas, cuando se comenzó a edificar la zona de Angelópolis. Aunque pocas veces, casi ninguna, el sector inmobiliario lo ha reconocido como tal, argumentando que son un sector “noble” que produce una derrama económica considerable.
Recientemente la presidenta de la Asociación Mexicana de Profesionales Inmobiliarios (AMPI) local, Maricela Rodríguez Pereyra, reconoció que es inconveniente —hasta para las empresas constructoras y comercializadoras de los espacios—, que aumenten la oferta de oficinas (nuevas construcciones) en una época en la que, debido a la pandemia por covid-19, un gran porcentaje de la población trabaja desde su casa.
La oferta de oficinas sigue creciendo con nuevas construcciones cuando no hay una alta demanda desde hace cinco años”, dijo Rodríguez Pereyra.
Para las empresas inmobiliarias, de acuerdo con la dirigente inmobiliaria, esto deriva en una incertidumbre en las inversiones y en un mayor plazo para que recuperen su dinero invertido. Para las comunidades aledañas a los grandes espacios de construcción, según lo documentado por algunos periódicos, las consecuencias son ambientales y socioeconómicas.
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Representantes de las comunidades originarias de San Andrés Cholula, aledañas a Angelopolis, señalaron al portal Lado B que el acelerado desarrollo inmobiliario “ha empobrecido sus condiciones de vida, ha aumentado la inseguridad y la contaminación, e incluso ha provocado que algunas familias tengan que abandonar sus casas y desplazarse a otro lugar por no poder pagar los altos impuestos”.
Luego de que se instalaron los complejos habitacionales vimos cómo iba desapareciendo nuestro entorno, nuestra vida cotidiana. Pasamos de ser los dueños de la tierra, de ser una comunidad agrícola-ganadera, a una que se dedica a los servicios. Vimos cómo los nuevos habitantes no respetaban nuestras tradiciones y nos discriminaban, e incluso el aumento en los impuestos obligó a familias a que se desplazaran a otro lugar por no poder pagar”, manifestó al portal el activista y habitante de la cabecera municipal de San Andrés, Roberto Formacio.
El desarrollo inmobiliario se expande rápidamente por otros lugares como Zacatlán y Amozoc, dejando en el camino los mismos efectos negativos con el permiso de los gobernantes, quienes muestran un desinterés absoluto en regular estas prácticas.
En medio de este contexto, han surgido grupos comunitarios —como Cholultecas Unidos en Resistencia (CHUR), organización formada por los pueblos originarios de San Andrés— que a través de la protesta y la resistencia defienden los recursos naturales y la forma de vida de sus lugares de origen del acelerado y nocivo desarrollo inmobiliario que crece pese a no tener demanda.