Internacional

Milan Kundera, observador sarcástico de la condición humana

12 julio, 2023 8:19 pm
AFP

París, Francia.- Escritor checo que se pasó al francés, eterno candidato al Premio Nobel, Milan Kundera, fallecido el martes a los 94 años, fue un observador sarcástico de la condición humana, autor de novelas oscuras, provocadoras y sin respuestas fáciles.

El novelista no tiene que rendir cuentas a nadie, salvo a Cervantes”, explicó en una ocasión este autor poco prolífico, autor de una quincena de obras, entre novelas, teatro y ensayos.

Kundera empezó escribiendo en checo pero a finales de los años 1970, tras exiliarse a Francia, decidió pasarse al francés.

Fue uno de los pocos escritores en haber publicado en vida su obra en la colección francesa La Pléiade, reservada tradicionalmente a los clásicos.

Su última novela, “La fiesta de la insignificancia”, que traza las peripecias de cuatro amigos que viven en París, se remonta a 2014 y rompió un silencio de catorce años.

Poco amigo de la popularidad, el escritor huía de los medios de comunicación desde hace más de tres décadas, aunque se le podía ver paseando con su esposa Vera en su barrio en París, donde falleció.

El novelista es aquel que, como decía Flaubert, aspira a desaparecer detrás de su obra”, aseguró.

– Expulsado del Partido Comunista –

Nacido el 1 de abril de 1929 en Brno (República Checa) en el seno de una familia de músicos, Kundera fue un artista polifónico y sus escritos combinan la ironía, la inteligencia y una elegante desesperanza.

Antes de la primavera de Praga, en 1968, ya era un escritor de primer plano gracias a su novela “La broma” (1967), un amargo balance de las ilusiones políticas de la generación de 1948, y a “El libro de los amores ridículos”.

Se incorporó al Partido Comunista checo en 1948, pero dos años más tarde fue expulsado. Después de cursar estudios de literatura y cine, enseñó en el Instituto de Estudios Cinematográficos de Praga.

Su primer libro de poemas, “El hombre es mi jardín” (1953), estaba impregnado de marxismo. De hecho, en 1958 el Partido Comunista volvió a admitirlo en sus filas, antes de una nueva exclusión en 1970.

Finalmente, en 1975, Kundera se exilió en Francia con su esposa Vera. Naturalizado francés en 1981, escogió la lengua de Molière para escribir, marcando la ruptura con su país natal, que le retiró la nacionalidad checa en 1978 y se la devolvió en 2019, muchos años después del fin del comunismo.

– Occidente como inspiración –

Profesor en la Universidad de Rennes hasta 1979, Kundera pensó haber puesto punto final a la literatura con “La despedida” (1973), una novela en la que se entrecruzan los destinos de ocho personajes. Pero la confrontación con Occidente volvió a inspirarlo.

“La insoportable levedad del ser” (1984) lo consagró como uno de los mayores escritores contemporáneos.

Cuento moral sobre la libertad y la pasión, en el plano individual y colectivo, la historia de Tomas, Teresa y Sabina, confrontados a la primavera de Praga y al exilio, fue adaptada al cine por el norteamericano Philip Kaufman, con Juliette Binoche y Daniel Day-Lewis.

Mi ambición es decir lo que los demás no dijeron. Si no se innova no es necesario escribir”, dijo Kundera, que quería “conciliar la novela con la filosofía y la inteligencia, hacer que el pensamiento entre en la novela”.

Desde el exilio, Kundera regresó varias veces a su país natal, pero siempre de incógnito.

– Tensiones con su país natal –

“¿Quién es Milan Kundera?” se interrogaba en abril de 1997 la revista checa Tyden. Por entonces solo cuatro de sus libros habían sido publicados en su país.

Una década más tarde, en octubre de 2008, el semanario checo Respekt publicaba una violenta diatriba en su contra, acusándolo de haber denunciado en 1950 al opositor Miroslav Dvoracek, condenado a 22 años de trabajos forzados. El escritor lo desmintió terminantemente. “Puras mentiras”, replicó.

Sus detractores le reprocharon además haber dado la espalda a sus compatriotas y no haber apoyado a los disidentes tras su exilio.

En 2009 protagonizó un nuevo escándalo en su país, al rechazar la invitación a una conferencia internacional sobre su obra en Brno, calificándola en una carta a los organizadores de “fiesta necrofílica”.





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