Nuevo estudio afirma que las ballenas comen más de lo pensado pero eso ayuda al ecosistema

3 noviembre, 2021 5:54 pm


Redacción.- Las ballenas más grandes del mundo, las ballenas barbadas gigantes, como lo son las azules, las rorcuales y las jorobadas, consumen tres veces más alimento en promedio anual de lo pensado hasta ahora, dicho dato cambia las previsiones sobre la salud y la productividad de los océanos, sino que además llega en un momento crucial para el planeta.

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La caza industrial de ballenas llevada entre 1910 y 1970, acabó con más de 1.5 millones de este animal en aguas de la Antártida y, desde entonces, su población no se ha recuperado.

Un nuevo estudio liderado por la Universidad de Stanford y publicado en “Nature”, concluye que la relación entre la desaparición de las ballenas y del krill no solo está relacionada sino que es una muestra de hasta qué punto estos gigantes marinos son importantes para los ecosistemas marinos.

PUEBLA, México.- Docenas de ballenas piloto muertas fueron encontradas por un grupo de turistas que realizaba un paseo en helicóptero en una playa remota en Islandia.

Como las ballenas comen más de lo que se pensaba, también defecan más, lo que supone una fuente crucial de nutrientes en el océano abierto. Al recoger el alimento y expulsar los excrementos, ayudan a mantener los nutrientes clave suspendidos cerca de la superficie, donde pueden alimentar las floraciones de fitoplancton que absorbe el carbono y que constituye la base de las redes alimentarias oceánicas.

En el estudio, los autores explican que sin las ballenas, esos nutrientes se hunden más fácilmente en el fondo marino, lo que puede limitar la productividad en ciertas partes del océano y, a su vez, la capacidad de los ecosistemas oceánicos para absorber el dióxido de carbono que calienta el planeta.

Cincuenta años después de dejar de cazar ballenas, todavía estamos aprendiendo qué impacto tuvo eso. El sistema no es él mismo”, afirmó Matthew Savoca, investigador de la Estación Marina Hopkins de Stanford y autor principal del trabajo.

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Entre el 2010 y 2109, los investigadores quisieron saber cuánto comen las ballenas, y para ello, recogieron datos de 321 ballenas azules, rorcuales, jorobadas y minke, de los océanos Atlántico, Pacífico y Sur, las ballenas estaban marcadas con un dispositivo con cámara, micrófono y GPS que captaba sus actividades en tres dimensiones.

Trabajando mutuamente con la División de Investigación Medioambiental de la NOAA y la Universidad de California en Santa Cruz, los investigadores usaron un dispositivo llamado ecosonda, dicho aparato utiliza ondas sonoras en varias frecuencias diferentes para medir la cantidad de presas que hay.

Y por 10 años, el trabajo recolectó información sobre la frecuencia con la que se alimentan las ballenas, la cantidad de presas que consumen y las capturas disponibles.

Al unir los datos recolectados, detallaron que las ballenas del Océano Antártico comen aproximadamente el doble de krill de lo que se pensaba y que las ballenas azules y jorobadas que se alimentan de krill en la costa de California comen entre dos y tres veces más de lo estimado.

Dichos hallazgos llegan en un momento crucial en el que el planeta se enfrenta a las crisis interconectadas del cambio climático global y la pérdida de biodiversidad. A medida que el planeta se calienta, los océanos absorben más calor y se vuelven más ácidos, amenazando la supervivencia de las fuentes de alimento que necesitan las ballenas.

Puede que tardemos unas décadas en ver los beneficios, pero es la lectura más clara hasta ahora sobre el enorme papel de las grandes ballenas en nuestro planeta”, asegura Nicholas Pyenson, conservador de mamíferos marinos fósiles del Museo Nacional de Historia Natural del Smithsonian, y coautor del estudio.





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