¿Por qué la sociedad erige estatuas?
Puebla, Pue.- La noche del martes en su cuenta de twitter, Miguel Barbosa Huerta gobernador del estado, informó que fue erigida una estatua en su honor, en la explanada de Zinacatepec, municipio de donde es originario. También en la red social, informó sobre su solicitud de retirarla de inmediato.
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Pero, ¿De dónde nos surge a las personas este tipo de iniciativas? ¿Cuál es la razón de contar con estatuas, monumentos o bustos alusivos a algún personaje? Recientemente en la 5 de mayo se instalaron una serie de esculturas en honor de algunos poblanos prominentes, ¿Por qué?
Las estatuas han sido un elemento constante en muchas culturas y sociedades. Con ellas, imitando modelos reales, se intenta evocar a dioses, personajes, o conceptos como la libertad y la justicia. también existen monumentos de otra naturaleza, aquellos destinados rendir culto a algún líder.
El culto a la personalidad, aunque es considerado uno de los fenómenos emblemáticos del siglo XX, existe desde la antigüedad. La deificación de los monarcas o el culto cuasi religioso a los faraones egipcios, los emperadores romanos, los dictadores europeos o los caudillos latinoamericanos ha marcado a las sociedades a lo largo de la historia.
Es conocido como culto a la personalidad, la adoración y adulación excesiva a un caudillo o líder carismático, especialmente cuando se trata de un jefe de Estado. La expresión de culto a la personalidad se volvió común a partir de 1956, cuando el líder soviético Nikita Kruschev la utilizó para referirse a Stalin.
A diferencia de la propaganda, cuyo objetivo es diseminar la ideología del régimen, el propósito del culto a la personalidad es reforzar la posición política del líder. El mensaje detrás del culto del personalidad es “En este régimen la única persona que importa soy yo”, de acuerdo a especialistas que han analizado el fenómeno.
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Según el psicólogo Gustav Bychowski, los rasgos de personalidad de políticos autoritarios están influenciados por factores psicológicos colectivos que favorecen el ascenso de la dictadura.
La obediencia y la sumisión ciegas a una autoridad autodesignada son posibles únicamente cuando el pueblo se siente debilitado por su propio yo y renuncia a la crítica y a la independencia conquistadas previamente.
Ese debilitamiento puede manifestarse bajo el influjo de la ansiedad, el temor y la inseguridad. En tales circunstancias, el yo colectivo, jaqueado por su sentimiento de impotencia, regresa a una etapa más infantil y busca ansiosamente ayuda, apoyo y salvación. Así, el grupo confía en este individuo y lo venera.