Procrastinar es más que perder el tiempo
Redacción.- Procrastinar es más que perder el tiempo. Es un círculo vicioso. Un daño; un daño del que las personas son conscientes, pero del que no huyen, o no pueden huir. Y, además, es una ventana a las emociones.
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Con la procrastinación se postergan los pendientes para más tarde, se evitan: por horas, días o semanas. Pero contrario a lo que se piensa, no solo se hace por flojera; las razones pueden ser varias, y van desde el aburrimiento hasta la inseguridad.
La procrastinación es un problema de regulación de emociones, no un problema de gestión de tiempo”, asegura el profesor de Psicología e integrante del grupo de Investigación sobre procrastinación de la Universidad Carleton, Tim Pychyl, en entrevista para el New York Times.
Uno de sus estudios explica que cuando las personas procrastinan intentan reparar su estado de ánimo: alejar el estrés, la ansiedad, los sentimientos de baja autoestima o la culpa. Aunque sea a costa de un escenario más complicado en un futuro cercano, más apretado, con menos tiempo para atender los asuntos laborales, escolares o personales.
Ante un documento en blanco, dice al mismo periodico la profesora de Psicología en la Universidad de Sheffield y compañera de Pychyl en su grupo de investigación, Fuschia Sirois, las personas pueden pensar: “No soy lo suficientemente inteligente para escribir esto. Incluso si lo soy, ¿qué opinará la gente de él? Escribir es tan difícil. ¿Qué pasa si lo hago mal?”
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Con la procrastinación el malestar emocional se va, pero vuelve. Regresan el aburrimiento, la ansiedad, la frustración. Las personas son conscientes, pero el alivio temporal provoca que lo vuelvan a hacer: se convierte en un círculo vicioso, un hábito crónico, señala Sirois.
No obstante, el artículo “Procrastinar puede ser bueno” de El País, apunta que, aunque procrastinar es un problema, al mismo tiempo “puede ser un indicador de que necesitamos parar, de que nos vemos empujados a requerimientos que exceden nuestra capacidad de afrontarlos, de que estamos sometidos a un ritmo excesivamente severo”.