¿Qué es la ciencia?
Eduardo Pineda
¡Vaya pregunta!
Algunos dicen que es una forma de pensar, una manera de interpretar la realidad y sus fenómenos. Otros más aseguran que es una corriente contraria a la religión. Hay quien afirma que la ciencia es la forma mas humana de responder las preguntas. Alan Chalmers asegura que “La ciencia es el arte de crear el máximo número de preguntas con el mínimo número de respuestas”.
Pero, antes de formular una definición de “ciencia” me gustaría entender cuándo surgió y qué la hizo diferente por ejemplo de la filosofía, de la técnica o de la teología. Preguntas han habido siempre: por qué llueve, por qué hay fuego, por qué hay relámpagos en el cielo, cómo se alimentan las plantas, de dónde surgieron los planetas, qué hace moverse a la Tierra y las estrellas y un larguísimo etcétera…Y respuestas también: los dioses y sus premios y castigos, los ancestros que nos cuidan, los espíritus que habitan en las plantas, el azar, los mitos, las religiones con sus sistemas de pensamiento casi lógicos y tangencialmente racionales, las explicaciones científicas que también de repente no funcionan para todo fenómeno y ¡zas! deviene una revolución científica, caen los paradigmas y surgen nuevas explicaciones; recordemos por ejemplo cuando la mecánica de Newton no servía para explicar los fenómenos cuánticos y la relatividad general vino a darle un giro al pensamiento de los físicos. ¡En fin! Esta carrera por preguntar y responder pareciera infinita y tal vez lo es porque sea cual sea la explicación, ésta es humana y por lo tanto está sujeta a la cultura del tiempo y el lugar, al error y a la perfectibilidad.
Desde que el hombre es hombre y hasta el siglo XVI todas las respuestas, al menos las conocidas, eran fundamentadas en lo que llamamos el pensamiento mítico mágico, donde las diversísimas deidades eran responsables de absolutamente todo lo que pasaba en el universo y en este pequeño globo errante dentro de él que llamamos planeta Tierra. Pero en el siglo XV y XVI surgieron en distintas partes de Europa pensadores como Giordano Bruno, Nicolás Copérnico, Galileo Galilei y otros observadores de la bóveda celeste que propusieron teorías heliocentristas asegurando que el Sol es el centro del universo y no la Tierra como lo aseguraban las teorías geocentristas. Estas afirmaciones y las que derivaron de ellas ponían en entredicho las exégesis bíblicas y propiciaron, tras su comprobación, que las generaciones subsecuentes buscaran explicaciones fuera de la caja del catolicismo medieval que llegaba a su fin, y es que en el XV y XVI también tuvieron auge las exploraciones marítimas: el descubrimiento de América, las rutas comerciales, la observación de la grandísima diversidad de plantas y animales en África y en el nuevo mundo. El asombro se revistió con un sistema de pensamiento que dejaba descansar a los dioses para dar paso a la razón y entonces en el siglo XVII Isaac Newton publica su libro Philosophia Naturae en el que propone una explicación matemática para los fenómenos de la naturaleza tocantes a lo que hoy llamamos mecánica: movimiento, inercia, movimiento pendular, velocidad, fuerza de gravedad, etc. Newton nos enseñó a matematizar la realidad e incorporar un sistema lógico de pensamiento y, en Francia, Renú Descartes, filósofo y geómetra, estableció la duda metódica como una forma de habitar el mundo sin conformarnos con las respuestas, sometiendo siempre a juicio los hallazgos y conclusiones y de esta forma llegar a nuevos resultados cada vez.
El pensamiento lógico matemático y la idea de dudar, se contrapusieron a la fe y dieron lugar al surgimiento de la física, la madre de las ciencias de la que devino un siglo después la química y posteriormente la biología, la más joven de ellas.
De manera que antes había teología, filosofía, técnica, cientia (con “t”) pero no ciencia (con “c”), la ciencia surgió en el siglo XVII con la filosofía natural de Sir Isaac Newton quien fundó la física sin tener intención de hacerlo.
A raíz del establecimiento de la ciencia el ser humano aprendió a separar la razón de la fe, sin que sean forzosamente contrarias sino más bien abordan la realidad desde ópticas muy distintas y tal vez en las preguntas mas profundas aún se encuentran y se guiñan el ojo. Pero en los fenómenos observables, en el hambre por conocer, en la duda inherente a nuestra mente humana, en la tendencia a la institucionalidad de las sociedades, la ciencia nos ha dado una forma mas libre de andar con los sentidos alerta.
Estos hombres de los siglos XV y XVI revolucionaron el pensamiento de nuestra especie gracias a que miraron el cielo y aquí en el Estado de Puebla, unos jóvenes estudiantes de física convidan a los habitantes que transitan por las calles de Cholula y sus alrededores a mirar el cielo también a través de sus telescopios errantes, de sus lentes vagabundos y de sus explicaciones de los objetos del cielo que rinden homenaje a los gigantes sobre cuyos hombros hoy andamos. Yohan y Jhoseline, junto con otros jóvenes igual de entusiastas, andan por las calles abriendo la ventana para que “veamos fuera de la caja” y nos asombremos y tal vez hagamos una nueva revolución científica.
Escuchémoslos con atención en esta charla.
Eduardo Pineda
eptribuna@gmail.com