Quiénes somos

Como que ahogados en un montón de redes, ahora resulta que ya vivimos en un mundo virtual que no es nuestra vida, ni somos nosotros.

Por ejemplo, irrumpió para el verano el fenómeno de la Barbimanía, y ahora el mundo se pintó de color de rosa y fucsia, y las niñas, las jóvenes y también las maduritas corren a las salas cinematográficas a donde se proyecta la película y tienen una caja escaparate para que la gente ingrese a esta y se tome la foto, incluyendo algunos caballeritos.

Todos coinciden en una expresión de alivio.

¡Ya la hicimos!

Ya tenemos qué platicarle a los nietos.

¡Cuánta honra!

Ese mismo público no se pierde detalles que se difunden en redes y en la totalidad de los espacios informativos, sobre “La Casa de los Famosos”

¿¿¿Qué quééé???

Qué poco nos valoramos como sociedad, como personas.

Esto ¿a qué nos lleva?

Por lo pronto da muestra de que las altas temperaturas nos derritieron la materia gris y no somos capaces de analizar ni de acudir a otras fuentes de información, de noticias, de lo que pasa en el mundo, de los avances científicos, porque estamos pausados sujetos a la influencia que marquen las redes.

Pero desgraciadamente se debe de concluir que todo el mundo quiere y está siendo manipulado por un supercapitalismo salvaje y sanguinario, que toma corrientes de pensamiento como la defensa de las mujeres, los niños y las diferencias sexuales, para aparentemente apoyarlas, aunque hay que analizar que las apoyan con signos de millones de dólares por lo que pueden arrojar al inducir un consumismo bien dirigido.

Este supercapitalismo tiene 2 puntos de compás: un Hollywood donde los dueños de las empresas productoras y sus CEO’s se enriquecen, pero pagan muy mal a escritores y actores de segundo nivel.

La otra punta del compás está en Wall Street en donde los especuladores, no los banqueros; hacen millones con empresas fantasmas y robos descarados con la manipulación de todas las monedas del mundo.