Opinión

Datos históricos para no olvidar: Monumento a la Independencia

13 junio, 2023 3:11 pm
Gabriela Hernández

“Morir es nada cuando por la patria se muere

José María Morelos y Pavón


Inaugurado en 1910, la Columna de la Independencia es uno de los monumentos más emblemáticos no sólo de la capital mexicana, sino de todo el país. Con más de 100 años de historia, el Ángel –como se le conoce coloquialmente- ha sido testigo de la modernización de la ciudad de México.

Esta columna se encuentra en la glorieta localizada en la confluencia de la avenida Paseo de la Reforma y las calles Río Tíber y Florencia. Con el paso del tiempo se ha convertido en símbolo de la capital mexicana. Algo así como si fuera un ángel protector, y que al cobijo de sus alas se dan las más variadas expresiones públicas de alegría y también de descontento, conciertos y eventos culturales, manifestaciones políticas y civiles.

Sin embargo, retrocedamos en el tiempo y repasemos un poco de la historia de tan emblemático monumento.

Es durante el gobierno de Porfirio Díaz que comenzaron las obras de construcción del Monumento a la Independencia, y el 2 de enero de 1902 se colocó la primera piedra. En aquella ocasión, también se colocó dentro de ella un cofre que contenía el acta de Independencia de México, así como una serie de monedas de la época.

Esta obra estuvo a cargo del célebre arquitecto mexicano Antonio Rivas Mercado, mientras que las esculturas y bajorelieves fueron diseñados por el italiano Enrique Alciati.

El 16 de septiembre de 1910, sería finalmente inaugurada por Díaz para conmemorar el centenario de la Independencia de México.

Los ingenieros mexicanos Guillermo Beltrán y Puga, Manuel Gorozpe y Manuel Marroquín y Rivera, fueron los encargados de las cuestiones técnicas de ingeniería. Sin embargo, no la tuvieron fácil, ya que hubo que demoler la primera parte de la construcción debido a hundimientos. En la reconstrucción de los cimientos se utilizó lo último en tecnología de la época: un método de pilotes de hormigón con punta, que se sepultaron con un martillo de vapor que enterraba los pilotes con un cilindro de una tonelada de peso.

La escultura fue ejecutada por el italiano Enrique Alciati. El diseño de la Columna de la Independencia estuvo inspirado en la Columna de Trajano en Roma y la Columna de la Victoria en Berlín. Incluyendo el Ángel, mide 45 metros. Y el Ángel es una representación de Niké, la diosa griega alada de la victoria. Es de bronce con recubrimiento de oro, tiene una altura de casi siete metros y un peso de siete toneladas. En una mano sostiene una corona de laurel, y en la otra una cadena de eslabones rotos, símbolo de la victoria originada por la culminación de la guerra de independencia contra el dominio español. Alciati llevó los modelos de yeso a Italia, donde hizo el vaciado en bronce con la técnica de la cera perdida, en los talleres Galli, en Florencia.

Esta escultura literalmente voló y cayó a tierra durante el sismo de la madrugada del 28 de julio de 1957. Fue reconstruida y reestructurada por un grupo de técnicos encabezados por el escultor José María Fernández Urbina. Este trabajo tardó más de un año en concluirse, por lo que la columna permaneció sin su colosal complemento, hasta el 16 de septiembre de 1958 en que fue reinaugurada. Como fue imposible reconstruir la cabeza del ángel caído, se le hizo una nueva, pero la cabeza original actualmente se conserva en el vestíbulo del Archivo Histórico de la ciudad de México.

Al interior del destacado monumento se encuentra la zona de urnas, en las cuales descansan los restos de algunos de los héroes de Independencia. En 1925, los restos de Miguel Hidalgo, Ignacio Allende, Juan Aldama, José María Morelos, Mariano Matamoros, Vicente Guerrero, entre otros, fueron trasladados de la Catedral Metropolitana de la ciudad de México al Ángel de la Independencia, y otros restos fueron traídos desde sus lugares de entierro para ser depositados en urnas al interior del monumento. Los restos de la única mujer que están en el monumento son los de Leona Vicario.

El 30 de mayo de 2010 fueron exhumados los restos con honores militares para ser trasladados al Museo Nacional de Historia en el Castillo de Chapultepec, con el fin de llevar a cabo trabajos de conservación, y posteriormente ser trasladados a Palacio Nacional para su honra pública.

En cada uno de sus cuatro costados se encuentran las diosas griegas: Eunomia (Ley), Irene (Paz), Némesis (Justicia) y Atenea (Guerra).

La escultura de un león macho, que es conducido por la figura de un pequeño niño, simboliza la fuerza y la inteligencia. La hija del arquitecto Rivas Mercado, de nombre Alicia, fue quien posó, pero no para la cara del ángel, sino para adornar el medallón central que aparece en una de las puertas de bronce de la entrada al mausoleo.

El monumento tuvo un escandaloso costo de 2,150,000 pesos de la época.





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