Ser paramédico: una labor solidaria y de alta exigencia
Redacción.- El trabajo de los paramédicos, también conocidos en algunos sitios como socorristas, es de alta exigencia, de riesgos impensables y, en ocasiones, hasta de resultados poco alentadores.
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Su labor tiene un objetivo muy claro: “aliviar el sufrimiento humano”, dice un artículo en la página de la Cruz Roja de la Ciudad de Puebla.
El origen de los socorristas se encuentra en las guerras, en las cuales atendían a las víctimas, sin importar su bando. Específicamente la Batalla de Solferino en Italia (1859) dio pie a que se formara la organización más grande de paramédicos en el mundo: la Cruz Roja.
Más de un siglo después, los socorristas ya no solo apoyan a las personas en las guerras, ahora lo hacen en todos lados.
Los socorristas están en calles y carreteras brindando auxilio a las víctimas de accidentes viales, en los edificios colapsados de las grandes urbes, en lo agreste de las montañas o en las impredecibles corrientes del agua. Cuando el sol abrasa o en el profundo silencio de la noche”, señala el texto antes mencionado.
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No obstante, a pesar de que su trabajo es de completa solidaridad —pues aunque hay muchos profesionales también colaboran demasiados voluntarios— ponen su vida en riesgo en algunos sitios. Particularmente en México en lugares que son asediados por el crimen organizado.
Por ejemplo, la técnica en urgencias médicas y paramédica de la Cruz Roja en la ciudad de León, Guanajuato, cuenta en entrevista para El Heraldo de León que tiene conocimiento de casos en los que atacan a las ambulancias o las siguen cuando se dirigen a un hospital.
En ese sentido, explica que “no puedes ir por un lesionado así nada más, tienes que primero tener una escena segura o donde tú puedas entrar a trabajar para poder atender a los lesionados, así tendrías seguridad para ti, para el lesionado y para las personas en tu entorno”.
Por otro lado, durante la pandemia los paramédicos han sido los encargados de transportar a las personas enfermas hacia los hospitales; trayectos en los que, además, tenían que mantenerles estables.
A nivel internacional, el 24 de junio de cada año se reconoce su labor y su voluntad por ayudar a quien más lo necesita en momentos de emergencia, aún si su propia vida corre peligro.