Opinión

Tecnología y Tradición

15 septiembre, 2023 8:00 pm
Eduardo Pineda

El volcán Popocatépetl, en náhuatl: cerro que humea, ha cautivado la mente y el asombro de los seres humanos que lo cohabitan desde hace milenios. Mitos, leyendas, tradiciones, agradecimiento, admiración, cariño, reverencia, respeto y nostalgia son algunas de las expresiones humanas que rodean al coloso natural que vigila a la región centro sur del país y que dibuja en sus horizontes un paisaje emblemático e imponente.

Los científicos se han interesado en demasía por entender los fenómenos volcánicos y “el popo” es por excelencia el modelo de estudio. La dinámica geológica que lo describe y su inagotable fuente de energía que lo caracteriza, hacen de “Don Goyo” -como lo conocen los habitantes de las comunidades cercanas- un atrayente para los investigadores. Sin embargo, debido a su intensa actividad de los últimos años y a que los pobladores de la zona pertenecen a una cultura muy arraigada y difícilmente querrán abandonar sus tierras en caso de una contingencia, los fenómenos políticos y sociales de dichas comunidades se tornan interesantes y resultan importantes para la toma de decisiones.

De manera que Don Goyo nos ofrece un campo poco explorado en la vulcanología, en la geología, en la antropología social y recientemente en otras áreas como la modelación matemática.

Es imperativo que se conozcan a cabalidad los alcances que eventos volcánicos de trascendencia puedan tener. Contar con las herramientas tecnológicas para pugnar por la predictibilidad y realizar a su vez trabajo de campo para comprender y permear positivamente en las sociedades que coexisten con el coloso.

Jhoselin Daniel Tecpoyotl, quien recientemente fue galardonada con la presea STEM en la cámara de diputados del Estado de Puebla, es estudiante de la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas de la BUAP y trabaja actualmente en el diseño de impresiones 3D del volcán, logrando replicar el relieve y la morfología del Popocatépetl para entender mejor la mecánica de una erupción. Persigue entre sus múltiples objetivos la modelación de dichos eventos, el cálculo de las distancias y alcance de la ceniza, rocas ígneas y magma. Sus investigaciones la han llevado también a conocer e interactuar con las personas que viven en zonas como San Nicolás de los Ranchos, Xalitzintla, San Pedro Benito Juárez, entre otros.

Esta interacción le ha permitido darse cuenta que los pobladores y sobre todo los de avanzada edad, tienen un bagaje amplio de conocimientos tradicionales pero carente de conocimiento científico, por ello, la galardonada estudiante de ciencias ha emprendido la ruta de la divulgación científica en lengua náhuatl, una experiencia que le ha cambiado la vida a ella y sus escuchas que poco a poco van comprendiendo los fenómenos naturales desde varias aristas. Para Jhoselin, esta dinámica como divulgadora en lengua prehispánica ha significado la apreciación de los puntos de vista tradicionales en un complemento con su sólida formación como científica universitaria.

Es plausible que las mujeres tomen el liderato de proyectos científicos con alto grado de impacto social. Es urgente que ese entusiasmo se propague en las jóvenes estudiantes y sean cada vez más las que enaltezcan el nombre de las instituciones y pongan los saberes al servicio del pueblo.

Sin más, los dejo con esta charla enriquecedora e ilustrativa.

Eduardo Pineda

eptribuna@gmail.com





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