
¿Y ahora qué hacemos con ellos?
Irma Sánchez
El presidente de Estados Unidos me queda claro que es “muy cumplidor”.
Como candidato prometió que iba con mano dura en contra de los migrantes y en cuanto llegó, no falló a su palabra con las mayorías en contra.
La semana pasada recrudeció su política migratoria -a mi juicio- en forma cruel por la manera de proceder al separar a las familias, pero sobre todo a los hijos de sus madres y las madres de sus hijos.
¡Así no se vale!
Pero aquí viene el reto para esos más de 19 mil deportados que comenzaron a regresar.
Para comenzar, dan por descartado regresar a sus comunidades de origen, porque estas no ofrecen opciones para trabajar y salir adelante, porque por eso se fueron.
Estos mexicanos están empeñados en quedarse en centros urbanos, como nuestra Ciudad de Puebla, a donde tendrán que buscar residencia, empleo, servicios, escuela para sus hijos y atención médica hospitalaria.
Ellos ya vienen con otros hábitos y buscan vivir como ya vivían en la Unión Americana.
Corresponde al Gobierno de México, de acuerdo a su compromiso externado, recibirlos, ubicarlos y enfilarlos para que se inserten en el mercado laboral, para lo cual el Consejo Coordinador Empresarial ya se comprometió a generar 70 mil puestos con todas las prerrogativas de ley.
Para esto, a su arribo el gobierno mexicano tiene que revisar sus capacidades y aptitudes para que de acuerdo a la experiencia adquirida en Estados Unidos les gire un certificado de aptitudes para colocados en puestos en los que van a ofrecer un desempeño garantizado.
La tarea no es fácil para el gobierno mexicano.
“Todos” nos hemos impactado al ver las que han sorteado.
Y cabe la pregunta ¿podremos salir de nuestra zona de confort para apoyarlos o hacer algo por ellos?
Ellos vienen cargados de recuerdos y sueños frustrados.
Y reciben apoyo o tendrán que salir a buscarlo y en el peor de los casos, a conseguir la casa, el vestido y el sustento para ellos y sus familias.