Cómo impacta la decepción en nuestra vida y cómo superarla
Redacción.- Todas las personas, hemos experimentado la dolorosa sensación de la decepción. Cuando esta se presenta en nuestras vidas; temporalmente perdemos la confianza, ya sea en nosotros mismos, en el otro o incluso en la vida. Es como si nos hubieran engañado, cuando realmente nadie nos ha engañado, nadie nos había prometido nada,
Simplemente habíamos hecho suposiciones, generando expectativas irreales. Nuestra fantasía de lo que “debería ser” se ve confrontada con los hechos, la realidad y surge el sentimiento de decepción.
La decepción se da por expectativas que no se cumplen y no se había contemplado la posibilidad de que fuera diferente a lo esperado; conlleva asimismo, una fuerte percepción de pérdida, a una fuente de estrés psicológico.
La decepción nace de la frustración ante expectativas irreales y también de una necesidad de control y previsibilidad que al no verse confirmadas, nos superan.
Cuando nos decepcionamos de manera inmadura, nos enfadamos o nos encerramos en nosotros mismos, nos sentimos inseguros, traicionados y dolidos. Desde esta decepción confirmamos que no podemos confiar, ni en el otro, ni en la vida, a veces, ni en nosotros mismos; muchas veces, conectamos con el miedo, la rabia, la frustración y la impotencia, haciendo que nos hagan sentir desprotegidos, solos o abandonados.
Para regular vivir una decepción, conlleva afrontar otros sentimientos dolorosos como el miedo, la frustración o la tristeza que una vez identificados y regulados promueven nuestro autoconocimiento y crecimiento emocional.
Es importante no concluir que no podemos confiar más en nada ni en nadie, ya que la vida seguramente nos dará más oportunidades para sentirnos decepcionados y de ello aprender, Sin embargo, hasta que no aprendamos seguiremos viviendo una decepción tras otra de manera dolorosa.
Cuando nos detenemos y reflexionamos sobre nuestras decepciones somos capaces de hallar un hilo conductor en todas ellas, confiar de manera madura implica aceptar que no poseemos la verdad, que no tenemos el control sobre casi nada, y que no dependemos de los demás para ser felices.
Cuando no conectamos con esta confianza nos vamos llenando de resentimiento, heridas, dudas, malestar, dolor, acritud, amargura, soledad y aislamiento, llegando a convencernos de que nuestra vida es insoportable e infeliz y no nos damos cuenta de que estas experiencias no resueltas se almacenan e impactan en nuestras decisiones futuras.
Con información de María Fernanda Méndez Agís.
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