Puebla

Así es la cosecha de la flor de cempasúchil para Día de Muertos

25 octubre, 2022 8:08 pm
Liliana Tecpanecatl

Un tapete anaranjado inmenso, rodea el cuerpo de Javier. Su rostro moreno, atajado por un sombrero de paja, sobresale de entre cientos de flores que se apilan una tras otra, hasta formar una maleta, nombre que se le da a la medida con que se contabiliza y vende el cempasúchil.

 

Secretaría de Trabajo realiza “Expo Día de Muertos, Cooperativas y OfrendasDe los campos de Puebla este año, saldrán hasta 700 mil maletas de flores para ser vendidas en todo el país. Por eso la temporada previa al Día de Muertos, es la mejor para Javier y su familia. El resto del año, él siembra legumbres pero por estos días, se alquila como peón.

 

El trabajo es duro, pero la paga lo compensa, cobra 500 pesos por día y el corte de la flor de muerto se extiende hasta por una semana. Eso sí, arranca su labor en el campo desde que el sol se asoma, hasta que desaparece.

 

 “Ahorita, en temporada de flor, se viene ganando como 500 pesos al día, desde este día hasta el 31,y en días normales, que no son de corte de flor de muerto, ganamos 200 pesos el día, desde las 6 de la mañana, hasta la tarde, como van llegando los camiones”.

 

La sonrisa tierna del campesino, contrasta con sus manos rudas. Pero al instante siguiente, esas mismas manos, apilan con delicadeza las flores, las revisan, retiran las que están maltratadas y siguen, todo eso bajo el sol inclemente del medio día.

Javier nunca ha reparado en si le gusta o no su trabajo, pero sí tiene claro, que no se le da el valor que merece. Después de todo, esas manos ponen la comida en la mesa de los demás.

 

“Yo digo que no, hay veces que está muy barata la verdura, todo está bien caro, el abono más de mil pesos el bulto, las semillas bien caras y luego para que vaya uno al mercado a vender de a 10 pesos de a 20 pesos el manojo de cilantro, de cebolla, pues la verdad no”.

 

Sin embargo, para él no hay otra posibilidad de subsistir. Es el campo aquí e incluso en el extranjero. Porque hace tiempo Javier se fue a Estados Unidos, pero allá como acá su trabajo es el mismo. Ganaba más, sí, pero eso no pagaba la lejanía de su familia.

 

“Pero, de qué otra cosa vivir, nosotros es lo que sabemos hacer, solamente irse para el otro lado, no hay más opción, tengo dos hermanos allá, yo un tiempo me fui para allá también pero no es lo mismo, porque deja uno a la familia, aquí siquiera estamos juntos”.

 

Y así es, en el surco, delante de Javier camina su señora, también machete en mano, y un poco más lejos, han comenzado el corte dos de sus hijos. No fueron a la escuela, con lo que ganen en estos días comprarán chamarras o tenis, se trata, dice Javier, de que no se vayan al otro lado.





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