Opinión

Canto para la vida

22 septiembre, 2023 8:00 pm
Eduardo Pineda

La música es el lenguaje universal por una multiplicidad de factores, podríamos no entender la letra de una canción porque está en un idioma desconocido, pero el ritmo y la intención del intérprete nos transmiten una emoción que podemos describir y entender. Puede incluso carecer de letra y provocarnos tristeza, melancolía, euforia o alegría. La música es una de las formas más acabadas de comunicación porque nos ha acompañado desde que habitamos este mundo. La música es inherente al universo, en todo hay ritmo, tiempo y sonido. Podemos decir que habitamos un universo musical.

Cuando nos referimos a la música cantada, a la composición de la letra y la interpretación, otros factores se suman, ya que la letra de una canción es una de forma de poesía, tiene una métrica propia que se adecuará a la melodía que la acompañe y que estará cargada de toda una semiótica que merece estudio y comprensión propia.

Hay cantos que trascienden el tiempo, cantos de se han inmortalizado en la memoria colectiva, también los hay de alabanza divina, de identidad nacional, de guerra y de paz. Los hay de amor y de odio, de protesta, de espiritualidad y de exaltación de las voliciones y sensaciones humanas. Hay cantos que evocan una época, que marcaron historia, que nos remiten a una sociedad o que permanecen ocultos en la mente de su compositor y no serán cantados nunca.

Incluso la autoría de las canciones es un tema aparte, una cuestión de reconocimiento del talento o del olvido con el paso del tiempo, Facundo Cabral decía: “Procura tú que tus coplas vayan al pueblo a parar, que cuando las canta el alma popular ya nadie sabe el autor y lo que pierdes de gloria lo ganas de eternidad”. Y tiene razón y tiene derecho a hablar de eso porque cuando decimos “no soy de aquí ni soy de allá” haciendo referencia al alma errante del artista, olvidamos por momentos que ese sintagma es título de una canción de él.

Y al pensar en el canto infantil hacemos una pausa, un alto en el camino. Porque ese sector de la sociedad, ese enorme sector de la sociedad, no ha sido la meta de la mayoría de los compositores e intérpretes.

¿Qué será aquello que los niños deseen escuchar?

¿Qué sale el sol?

¿Qué un muñeco se lava la cara?

¿Cómo hacen los pollitos?

O tal vez quisieran escuchar un poco acerca de su realidad y de la forma en la que habitan el mundo, iniciando un recorrido por la realidad que les espera, desde los sentimientos de curiosidad y asombro, de pregunta por todo aquello que se les presenta. En su lenguaje, que no es el lenguaje de alguien que no puede entender el mundo, sino que lo interpreta a través de las realidades que va acumulando en la propia psique.

Carlitos Monfil, además de ser un consagrado cantautor que versa para el público adulto, es un compositor e intérprete que ha sabido entender la realidad de las infancias y se ha metido en ella a través de su canto, tocando las preocupaciones de los niños, sus sueños, sus anhelos, sus límites y sus fronteras.

Mediante la música que construye desde su cosmovisión como papá y músico, Monfil nos entrega una forma de leer el mundo infantil desde su más pura realidad. Nos ilustra y muestra la senda, reduce la brecha que hemos abierto entre la generación que dejó de soñar y la que habita una existencia onírica en esta sociedad que grita por volver a ser niño al menos por un instante.

 





Relacionados

Le podría interesar
Close
Back to top button