David Becera
19 de septiembre, una fecha que ha dejado una profunda cicatriz en la mente de todos los mexicanos, puesto que en dos ocasiones la tierra vibro en ese mismo día, pero con una diferencia de 32 años; la primera vez en 1985 y la segunda en 2017.
Y es que de la primera fecha se aprendió mucho acerca de desastres naturales, de cómo tomar acción y de cómo reaccionar para salvar el mayor número de personas afectadas.
Sismo del 85
Eran las 7:19 de la mañana cuando un estrepitoso movimiento comenzó a afectar principalmente a la Ciudad de México, una combinación letal de movimiento oscilatorio y trepidatorio y una fuerza de 8.1 grados provocó que los edificios cayeran uno a uno como sí de galletas desmoronándose se tratara.
En aquel día se pudo ver la falta acciones por parte de las autoridades, la sociedad civil fue, principalmente, la que tomó iniciativa para sacar de entre los escombros a personas enterradas; escuadrones de bomberos, policías y socorristas actuaron de manera autónoma para también formar parte de los grupos de rescate, el grupo “Topos” nació de este evento catastrófico.
Fueron varias horas de incertidumbre y de silencio total de la autoridad, pues otro de los factores fue la destrucción de la infraestructura de comunicación, por lo que la Ciudad de México quedó prácticamente aislada.
Un día después se generó una de las réplicas más significativas, provocando el colapso de edificios que ya se encontraban en mal estado.
El número preciso de muertos, heridos y daños materiales nunca se dio a conocer con precisión. En cuanto a las personas fallecidas, solo existen estimaciones: 3192 fue la cifra oficial, mientras que 20 000 fue el dato resultante de los cálculos de algunas organizaciones.
Sismo del 2017
Como si de un “Déjà vu” se tratara, un nuevo sismo sacudió el corazón del país, y por coincidencia fue el 19 de septiembre, pero en esta ocasión del 2017.
La gente se encontraba confundida e incrédula, pues apenas unas horas antes habían participado en el simulacro en conmemoración del temblor de poco más de 3 décadas atrás, sin embargo, nuevamente la tierra se empezó a mecer con una fuerza similar como en la del 85.
Un epicentro localizado al sureste de Axochiapan en los límites entre Morelos y Puebla, fue el causante de este nuevo evento sísmico, tuvo una potencia de 7.1 grados y dejó alrededor de 369 víctimas mortales, miles de personas damnificadas y daños, todavía sin definir, en miles de viviendas, escuelas, hospitales y patrimonios culturales.
La ciudad de Puebla, Atlixco, Izúcar de Matamoros, entre otros municipios también de Morelos y nuevamente la Ciudad de México, fueron los que sufrieron mayores afectaciones, cientos de edificios colapsaron, en algunos casos contando con víctimas mortales y en otras simplemente la destrucción de cultura e historia.
En esta ocasión se pudo presenciar nuevamente la unión de los mexicanos ante adversidades naturales; las redes sociales se inundaron de videos de personas moviendo escombros, haciendo cadenas humanas y rescatando lesionados.
Esta tragedia nos dio héroes como lo fue Frida, una perrita de binomio de rescate que gracias a su habilidad encontró y se logró rescatar a personas que se encontraban bajo los escombros.
Hoy conmemoramos un día más de estos eventos, y si bien no hay relación alguna de esta fecha con sismos, pues fue meramente casual, no podemos evitar sentir cierta zozobra y nerviosismo al escuchar la alerta sísmica.
