Opinión

Entrevista especial con el médico tibetano Tseten Namgyal

16 mayo, 2025 8:01 pm
Eduardo Pineda

Siddhartha Gautama, el Buda histórico, propuso como forma de vida el llamado “camino medio”, que se refiere al equilibrio en el estilo y modo de habitar el mundo respecto a la satisfacción de las necesidades físicas, fisiológicas, alimenticias, etc. No la vida entregada a los placeres hedónicos ni tampoco el ascetismo en su forma extrema de inanición o aflicción corporal, en cambio, justo como lo propone el Buda, tomar el punto medio de restricción de los placeres, que al final nos dañarán más -como los vicios, la gula o la promiscuidad-, sin caer en el extremo de aflictividad física.

Así, uno de los aspectos a considerar más importantes tendrá que ver con la salud física y mental, sabiendo que la segunda sólo puede alcanzarse asegurando la primera; tal y como lo reza el adagio griego: “mente sana en cuerpo sano”. Es entonces cuando nos preguntamos qué es aquello que nos niega la salud física, y la respuesta la encontramos en los hábitos incorrectos, el entorno contaminado y contaminante (no sólo me refiero a la contaminación del aire o del agua, sino a la contaminación por ruido, visual, al estrés de la ciudad, las relaciones interpersonales enfermizas y un largo etcétera), la dieta alimenticia y la forma de enfrentar los retos que se nos presentan.

De manera que podemos concluir hasta aquí, que la enfermedad o la ausencia de salud física tiene causas y componentes complejos que, por desgracia, en occidente, la mayoría de los responsables de los servicios de salud públicos y privados, han sido interpretados de forma errónea como factores estrictamente causados por agentes patógenos, como microorganismos que deben ser combatidos, convirtiendo la práctica médica en un compendio de estrategias militares a escala molecular. La medicina preventiva está en peligro de extinción mientras que la medicina correctiva se convierte más en una forma lucrativa de sanar parcialmente mientras, en muchas ocasiones, daña oros procesos biológicos; de igual forma la medicina experimental parece que se aleja cada vez más de la bioética y el respeto a las formas de vida de los seres sensibles.

Aunado a esto, la modernidad, el capitalismo depredador, las sociedades consumistas, el culto a la personalidad y al ego, la ambición y falta de empatía y sentido de la otredad, han derivado en un serie de prácticas alimenticias y de estilo y calidad de vida deplorables que provocan enfermedades crónico degenerativas como la dietes, el cáncer, las enfermedades venéreas, la hipertensión, el estrés, la ansiedad, la inmunodepresión que es responsable de padecimientos recurrentes de las vías respiratorias y de sistema digestivo, sólo por mencionar algunas.

Al respecto, del otro lado del mundo, cerca de la cordillera Himalaya, en la cultura tibetana, se han desarrollado, desde hace siglos, diversas técnicas de diagnóstico basadas en el profundo conocimiento de la otredad, la conversación con el paciente, el pulso sanguíneo, la observación, la experiencia, la compasión, el respeto a todas las formas de vida, la dieta como principal cura, la recolección de la respiración como medio para calmar la mente y la herbolaria tradicional como tratamiento.

Tseten Namgyal, es médico y pone en práctica los conocimientos ancestrales del Tibet, ofrece su sabiduría, diagnóstico y tratamiento como una forma de compartir la salud propuesta por generaciones de médicos orientales, así como la compasión y comprensión que le otorga el budismo y la observación del Dharma en todos los aspectos de la vida. Sigue el camino de Buda y busca la iluminación a través de la medicina tradicional tibetana y la compasión hacia sus pacientes. El Dr. Namgyal está convencido de que la quietud de la mente y el camino a la iluminación de la conciencia, sólo es factible teniendo como soporte un cuerpo físico sano y en armonía.

Eduardo Pineda

eptribuna@gmail.com





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