Opinión

Comunicar la ciencia

14 julio, 2023 8:00 pm
Eduardo Pineda

Desde el remoto imperio romano y las civilizaciones del mediterráneo que practicaban la medicina y el naturalismo botánico, así como la zoología; el ser humano ha acompañado sus textos de ilustraciones que funcionan como un refuerzo para comprender aquello que se pretende explicar con fines académicos y prácticos.

Pienso por ejemplo en Galeno y sus dibujos de infusiones y cataplasmas, o en el gran Andreas Vesalius y sus detallados esquemas de anatomía vascular, óseo y nervioso, esos dibujos con carboncillo de los que no se puede saber si son obras de arte o ilustraciones para que los estudiantes aprendan la posición de la aorta respecto a la yugular. Vesalius se consagró en la pátina de la historia de la medicina antigua como el médico dibujante que mostró al mundo cómo somos por dentro.

Y Leonardo Da Vinci no se quedó atrás, basta con observar sus dibujos sepia de las extremidades humanas o equinas u observar el detalle de las imperfecciones de la piel llevadas al papel y la tela. También los estudiosos de la botánica en la época medieval y durante las exploraciones del renacimiento exacerbaron sus dotes de dibujantes con los patrones de venación de los follajes que colectaban, con las flores y sus formas caprichosas, los insectos y su arquitectura corporal, los micelios entramados de los hongos o los frutos partidos a la mitad exhibiendo las semillas y sus testas. La ilustración científica tuvo su esplendor en las colecciones museográficas, en los libros que, encuadernados a mano, cruzaban el mediterráneo en carabelas para ser guarecidas en Londres, Lisboa y París.

Y con la Revolución Industrial hubo un perfeccionamiento de los lentes que Anton van Leeuwenhoek y sus contemporáneos habían desarrollado y con ellos el mundo de la naciente ciencia había descubierto un universo en miniatura. Se observaban tejidos de componentes minúsculos como la sangre, se podía estudiar la forma y proporción de los orgánulos celulares, los seres pequeñísimos con los que compartimos el mundo: protozoarios, bacterias, virus y demás microorganismos. Y con este auge en la investigación de lo invisible nuevamente la ilustración científica tomó un papel protagónico en la enseñanza de la microbiología y la medicina de gabinete.

Libros, artículos de revistas científicas, rotafolios usados en las aulas y los congresos, eran dibujados a mano para el aprendizaje y deleite visual de los alumnos y de los interesados en conocer qué hay más allá de los que podemos apreciar a simple vista.

Y por fin el futuro nos alcanzó y la revolución tecnológica puso en nuestras manos las herramientas para dar el paso y crear ilustraciones digitales que, si bien se recrean a través de un software, parten de un boceto que sigue siendo –¡y qué bueno! –dibujado a mano. Estas ilustraciones digitales actualmente acompañan a los textos que sirven de fuente bibliográfica para entender la medicina, química, física, biología, ingeniería, arquitectura y demás áreas del conocimiento en las que los esquemas y representaciones gráficas son de vital importancia para su aprendizaje. Pero también, son base fundamental en la divulgación científica, que, como hemos dicho en colaboraciones pasadas, tienen como razón de ser, llegar a todo público e interesar a todos en los temas que de otra manera les serían lejanos y ajenos.

Daniel Arenas es diseñador gráfico y ha trabajado desde hace más de una década en la ilustración de la colección de libros de divulgación microbiológica escritos por la reconocida doctora Lilia Cedillo Ramírez. Daniel se ha interesado en traducir lo que la autora explica en sus textos que además de divertidos son completos y gozan de claridad y profundidad académica, para idear en la imaginación personajes que permitan al lector fijar una imagen jocosa, pero con las características propias del “bicho” del que se está hablando, ya sea un parásito, un virus –como el odioso COVID 19–, bacterias buenas como los lactobacilos, células o personajes del mundo de las ciencias biológicas.  De manera que el maestro Arenas retrata en cada ilustración herramientas visuales que comunican en otro lenguaje los conocimientos de la doctora Cedillo y dan aún más cercanía a los lectores a estos temas que además nos conducen a un entendimiento claro de la salud humana y cómo preservarla.

Así pues, la invitación queda abierta para leer las obras de la doctora al tiempo que nos divertimos y aprendemos con sus textos y las ilustraciones de Daniel Arenas con quien hoy compartimos una estupenda conversación. ¡Que la disfruten!

Eduardo Pineda

ep293868@gmail.com

*Imágenes de Daniel Arenas de diversos libros cuya
autoría es de la doctora María Lilia Cedillo Ramírez,
publicados por la BUAP.





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