Estadios, mundiales de fútbol y derecho

8 febrero, 2021 7:08 pm

«El 1973, Chile era un país prisionero

de la dictadura militar, y el Estadio Nacional

se había convertido en campo de concentración

y en cámara de torturas».

Eduardo Galeano

Pareciera que los estadios, los mundiales de fútbol y el derecho están muy alejados entre sí. No se puede entender que un juez probo sea aficionado a un equipo de fútbol, menos aún un magistrado, un ministro o un agente investigador de delitos. No se puede comprender que, en lugar del uniforme jurídico, tenga la casaca de un equipo de fútbol. Tampoco puede aprobarse un profesor de la carrera de derecho como aficionado a ese desdeñable deporte de las multitudes, donde sólo se patea un balón, que —a decir de las doctrinas más pulcras del derecho— no tiene nada de jurídico. Menos se acepta que ese académico hable de las últimas noticias y marcadores del fútbol.

Además, si el derecho —a decir, de la academia desde el siglo XIX— es seguridad jurídica, ésta, evidentemente, no existe en el fútbol. Por lo que no es compatible uno con el otro. Certidumbre es lo menos que hay en el fútbol (razón de su éxito), pero sin caer al extremo de la tauromaquia (por eso su fracaso y su inminente prohibición por las ideas globalizantes).

¿Cómo puede haber seguridad jurídica en 90 minutos de fútbol, más los minutos de compensación, además de los minutos de comerciales que se acumulan?, ¿dónde está la seguridad pública de los equipos de fútbol ricos ante el riesgo de perder con los equipos más pobres en nombres y nomina?, ¿por qué los grandes equipos de fútbol pueden perder con el menos pintado y más sencillo de sus oponentes?, ¿dónde está la igualdad en el fútbol, si un jugador regordete puede devorar metros driblando a jugadores espigados y atléticos? Además, ¿dónde está esa igualdad a la que apela el derecho, si la mayoría de los jugadores de fútbol no se instruyeron en las grandes universidades ni vivieron en las zonas y fraccionamientos más exclusivos de las metrópolis o de las ciudades del primer mundo? Por ello, pareciera que el fútbol no tiene nada que ver con el derecho.

Y, de ser el derecho justicia y distribución, entonces, no puede tener relación alguna con el fútbol, pues ¿cómo es posible que, en el ultimo minuto, un equipo a punto de ganar acabe perdiendo?, o bien, ¿que un sujeto vestido de negro (y ahora de diversos colores para la televisión) sea quien pueda determinar «qué le corresponde a cada quien» con un simple silbato y dos tarjetas de colores?

Lo cierto es que pareciera que el fútbol sí tiene mucho que ver con los poderes, en particular los poderes políticos y económicos. En el caso de los primeros, ¿cuántas guerras se han causado por el fútbol? Por lo menos en la región, en Centroamérica, en 1969, provocó la guerra de los siete días entre Honduras y El Salvador. Ni qué decir en Europa y África, donde, según la historia del siglo XX, fue una constante que los encuentros entre naciones hicieran reflorecer las contiendas milenarias entre etnias y países vecinos. También se han dado mundiales de fútbol para sustituir la falta de legitimidad de los gobiernos, tal como ocurrió con la dictadura militar de Argentina, en 1978, o con el sistema antidemocrático de México, en el mundial de 1986, del que quedó, además de los goles, la emblemática rechifla al presidente en turno, cuya población no le perdonó que se enterara del terremoto de Ciudad de México del 19 de septiembre de 1985 un día después.

Sin embargo, hay indicios de que el fútbol puede permitir que los ciudadanos de a pie, los aficionados e, incluso, los fanáticos conozcan, con las reglas del fútbol, lo que sucede con sus derechos y con la organización del Estado, es decir, con el denominado derecho constitucional. Por lo pronto, la muestra está puesta: después de que la dictadura militar de Argentina (en lugar de llevar a cabo obras necesarias para la nación) se dedicara a construir estadios de fútbol en ciudades medianas para el mundial de fútbol en 1978, y luego de que estos enormes estadios excedían por mucho la capacidad de aficionados de los equipos de la localidad, obligando a que, por ejemplo, en la ciudad de Mendoza en su estadio “las Malvinas argentinas”, los vestidores y demás instalaciones  del estadio se convirtieran  en la sede de la facultad de derecho; después de ello, los estudiantes entendieron que la seguridad jurídica y la justicia que en el derecho tanto se pregona, a veces, es más similar a una patada al balón. (Web: parmenasradio.org).





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