Sapere Aude
Eduardo Pineda
Tal vez el caracter distintivo mas importante de nuestra especie es la necesidad de saber, la pregunta por sobre todas las formas gramaticales es la constante en nuestra ruta por la vida. Tenemos, entonces, una intrínseca necesidad de saber y para saber preguntamos y las respuestas que obtenemos son sometidas a nuestro juicio y experiencia y así construimos bajo una jerarquía de valores morales e intelectuales nuestro saber y entonces surge otra necesidad: comunicarlo.
Lo anterior les ocurre a casi todos los seres humanos a pesar de su nivel de conciencia y por ende en ese proceso comunicativo del saber nos corresponde ser maestros y aprendices en diferentes momentos de la vida.
Siendo aprendices, por ejemplo en la escuela, recibimos un sistema de saberes que ha sido aprobado por el aparato que gobierna las esferas del poder, de manera que ese sistema de saberes está diseñado y predispuesto para un fin especifico: la obediencia y la conformidad de las sociedades. Pero en otros casos -fuera de la escuela- nos encontramos con múltiples saberes a través de múltiples maestros que nos transmiten sus saberes fuera del canon establecido por el aparato de poder que decide lo que conviene y no conviene saber.
De manera que aquel conjunto de saberes que reunimos a lo largo de nuestra vida realmente útiles en haras del desarrollo humano y trascendental nos son dados fuera del statu quo y carecen de un sistema ordenado y mecanizado para su comprensión. Más bien nos llega de forma desordenada y aleatoria y entonces nuestro nivel de conciencia le dará ese sentido y causalidad del que prescinde de facto.
Una vez que adquirimos esos saberes externos al sistema surge la imperiosa necesidad de darlos a conocer a otros, de compartir la hermosa experiencia de saber algo nuevo y de hacerle sentir al otro la sensación de abrir la mente y dudar de lo que sabemos con antelación para dar paso a una nueva estructura en nuestro pensamiento y conducta: nunca verá igual un bosque alguien que conoce los procesos ecosistémicos que ocurren en los árboles e incluso debajo de la hojarasca, en el piso.
Y entonces deviene la pregunta: de qué forma comunicar los hallazgos de nuestra conciencia.
-A través de la escritura, libros tal vez, textos compartidos.
-Mediante la oralidad, charlas, diálogos, la disputatio medieval.
-Mediante la docencia rebelde, el profesor que se sale del programa para hablar de “otros temas”.
Considero que hay varios caminos, pero existe uno poco sospechado: las artes plásticas.
Arael Acosta es un artista plástico interesado en la filosofía y la ciencia, en los saberes que provee la teología, la cosmogonía y la hermenéutica. Y ha decidido compartirlo a través de la expresión que la plástica permite.
Y digo que es un camino poco sospechado por que tenemos la concepción de que el arte no comunica, expresa. Si queremos comunicar acudimos al diseño, por ejemplo. Pero Arael Acosta entiende que desde su arte puede comunicar gracias a la expresión.
No podemos juzgar la intención de su actuar, pero podemos disfrutarla y aprender de ella, por eso el próximo 7 de julio a las 19:00 horas en la 9 oriente 213, Correduría Rosete sala de arte debemos acudir a la presentación de su conferencia titulada: “Del principio antrópico al arte” donde también podremos apreciar parte de su obra pictórica y conversar con un público inteligente que comparte nuestras inquietudes sobre esta disciplina.
Asiste y sapere aude (atrévete a saber)
Fotos: Archivo D.R. Arael Acosta
Contacto Eduardo Pineda: ep293868@gmail.com