Vivir más de una vida
Eduardo Pineda
La RAE dice que “Arte” se define como una Actividad humana que tiene como fin la creación de obras culturales y como Un conjunto de habilidades, técnicas o principios necesarios para realizar una determinada actividad. Para Oxford el arte es una Actividad en la que el ser humano recrea, con una finalidad estética, un aspecto de la realidad o un sentimiento en formas bellas valiéndose de la materia, la imagen o el sonido y el Conjunto de obras que resultan de esta actividad, así como las diferentes tendencias o estilos de las mismas.
Para mí es una forma de expresión, la más humana de las formas de expresión, porque a través de ella deformamos la realidad, la deshacemos y la rehacemos. Es como si aquello que nos rodea no nos satisficiera, no nos gustara, y entonces hay que volverlo a inventar en una realidad paralela. En el mundo de lo imaginario donde todo es posible. Incluso parece ser que los artistas no están conformes ni si quiera con las leyes naturales, a algunos no les agrada la gravedad y sus seres pintados al óleo flotan, a otros les es indiferente la oxidación celular y sus dibujados no envejecen. A algunos compositores no les bastan los sonidos del entorno y se componen para si y para los otros una sinfonía. Hay escritores que necesitan contar historias inventadas porque la realidad les queda corta. Algunos más toman las piedras y se imaginan a alguien o algo dentro de ellas ¡están atrapados ahí dentro! -dicen. Y corren por un cincel, gurbias, formones, lijas, cepillos y los liberan; así le pasó a “La Piedad” de Miguel Ángel o a la “Venus de Milo”.
En el caso de la pintura observamos todo, se ha pintado prácticamente todo lo que existe y no existe, lo que ha cambiado en sus infinitas formas posibles es la proporción, la distribución, el color, la iluminación y el tamaño de las cosas en los lienzos. Hay algo curioso que observo, por ejemplo, en las obras de Francisco de Goya: si su ser que ha pintado está sufriendo, si tiene una mueca de desazón o de dolor, esa mueca será eterna, lo ha sido desde que Goya lo pintó. Entonces hay un poder intrínseco en las obras de un artista: tiene el poder de inmortalizar, de perpetuar, de eternizar las emociones humanas, las atroces y las bellas, las alegrías y los grises sentimientos de tortura mental.
También el pintor tiene el poder de la deformidad y de la permanencia de la luz, cosa que en la realidad física no podemos controlar, es muy difícil ver el mismo paisaje dos veces igual. El paisaje cambia con el tiempo, cambia cada minuto tan solo con la luz. Pero las pinturas no, son inmóviles, mueven al espectador, pero sin moverse ellas mismas, nos estimulan con solo estar presentes, son, en ese sentido, como el dios que describió Aristóteles: motores inmóviles.
Por eso el arte es meramente humano y cuando vemos arte en una planta o en un animal, en el mar, en el fugo o en la tierra, lo que vemos es nuestra interpretación artística de la naturaleza, a ella no le importa ser estética, la vemos estética si nuestro ojo así lo desea ver. Por eso no todos tienen el don de la apreciación, por eso la belleza de las cosas depende de la belleza del observador.
No se equivocó Van Gogh cuando afirmó: “Desde luego que, para el arte, donde se tiene necesidad de tiempo, no estaría mal vivir más de una vida”
En nuestra ciudad Monik Foyo trabaja en la construcción de una realidad paralela, de un mundo imaginario y suyo pero que comparte con los otros, pinta mediante diversas técnicas, desarrolla el arte de la creación y la ensoñación, y en esta charla nos regala un poco de su bagaje, nos comparte sus ideas y expone su creatividad a la apreciación de los que vemos la belleza que aguarda a ser descubierta.
Eduardo Pineda
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