Datos históricos para no olvidar: El David de Miguel Ángel
Gabriela Hernández Huerta
“Vi un ángel en el mármol y fue tallado hasta que lo liberé”.
Miguel Ángel Buonarroti
La historia de El David empieza con un bloque de piedra traído a Florencia en barco a través del Mediterráneo y del Arno desde la cantera de Fantiscritti en Carrara. Este bloque fue almacenado por años esperando ser esculpido. A mediados del siglo XV, los gestores de la Opera del Duomo y los dirigentes del Gremio de los Tejedores de Florencia impulsaron un proyecto ambicioso que consistía en esculpir doce figuras para decorar el exterior de la Catedral de Santa María del Fiore actualmente conocida como el Duomo de Florencia.
Este bloque de mármol de 5.50 metros recibió el nombre de “El Gigante”, después de que en 1460 Agostino di Duccio y Antonio Rossellino intentaron esculpirlo sin éxito dejándolo impracticable para ser parte del proyecto y cayendo nuevamente en el olvido en algún almacén.
A inicios del siglo XVI se retomó el proyecto evaluando los nombres de los maestros del momento como Andrea Sansovino, Leonardo da Vinci y Miguel Ángel Buonarroti. En 1501, la Opera del Duomo de Florencia encargó oficialmente este proyecto a Miguel Ángel provocando un interés tal que este genio se aisló para realizar la escultura. Miguel Ángel esculpió El David desde septiembre de 1501 hasta mayo de 1504, dando como resultado final este icono del Renacimiento con un tamaño y unas proporciones de una envergadura descomunal. El David mide algo más de 5 metros de altura y supera las 5 toneladas.
El David es considerado el ápice de la obra escultórica de Miguel Ángel. El tema ya había sido tratado por escultores como Verrocchio, Ghiberti y Donatello, pero Miguel Ángel fue el primero en fijar su atención, no en el triunfo de David, sino en el instante previo.
Miguel Ángel concentraba su atención en el hombre y sus cualidades humanas, esas mismas virtudes que le permitirían encarar la amenaza de un gigante. No en balde, el David de Miguel Ángel se convirtió en un símbolo del Renacimiento italiano.
Sin embargo, regresemos a 1501, en donde Miguel Ángel (que tenía 26 años) pasó mucho tiempo mirando ese bloque de mármol, que estaba en el patio del Departamento de Obras de la catedral, comido por la maleza. Miguel Ángel ya hablaba en sus escritos de la relación íntima que establecía con el mármol desde la cantera, y definía su trabajo como simplemente liberar o hacer salir la forma que ya estaba ahí.
Cuatro años pasó Miguel Ángel esculpiendo la obra. A las pocas semanas de comenzar, el escultor pidió que levantaran cuatro muros alrededor del bloque, para poder protegerlo de los curiosos. Y, por supuesto, la expectación era máxima. Y cuando al fin mostró la pieza, se derribaron los muros como en un gran espectáculo, y la gente quedó estupefacta.
Lo que en un principio era una escultura religiosa, tomó inmediatamente connotaciones políticas. Los Médicis habían sido expulsados de Florencia y la ciudad se había transformado en una república, por lo que el David fue visto como un símbolo de libertad, una obra de arte que recordaría a los gobernantes que debían proteger a Florencia de la injusticia, como había hecho el rey David. Y es que la escultura representa al rey David bíblico en el momento previo a enfrentarse a Goliat.
Y por supuesto que hubo críticos. Sobre todo, por la desnudez del joven. Miguel Ángel no quiso vestir a su David porque para él la desnudez simbolizaba al hombre en armonía con la naturaleza. El David de Miguel Ángel Buonarroti es, desde entonces, el ideal de la belleza masculina. Un hombre musculoso, en tensión y preparado para el combate. Su cuerpo está girado, su cabeza mira hacia su izquierda (hacia Roma), con los ojos fijos en su objetivo y el ceño fruncido.
Es increíble que, con un cincel, Miguel Ángel consiguiera semejante delicadeza. Ni siquiera hizo modelos de yeso previos a la escala real, como hacían otros artistas de la época. Escultóricamente, El David fue una obra creada para ser contemplada desde distintos puntos de vista, al contrario que de la manera medieval, que diseñaba las esculturas para ser vistas exclusivamente desde el frente.
Destaca el detallismo en los músculos, las venas, las uñas… Sólo le falta hablar. El David representa un paso delante de su anterior obra, el Moisés, de tal realismo que cuenta la leyenda que, al acabarlo, el artista golpeó la rodilla derecha de la estatua, y le dijo: “¿por qué no me hablas?”, sintiendo que la única cosa que faltaba por extraer del mármol era la propia vida.
El David es una de las obras maestras del Renacimiento, y una de las esculturas más famosas del mundo. Actualmente se encuentra expuesta en la Galería de la Academia de Florencia, aunque hasta 1873 estuvo ubicada en la plaza de la Señoría de la capital toscana; desde entonces en su lugar se erige una copia realizada también en mármol blanco.