Opinión

La ciencia y el emprendimiento

23 junio, 2023 8:00 pm
Eduardo Pineda

Ana Paula Acevedo es un ejemplo claro de la posibilidad de dar un salto, de la ciencia al emprendimiento, lo cual revela otro de los muchos campos laborales en los que un egresado que dedicó sus años universitarios al estudio de las ciencias puede ejercer su profesión.

Ella es biotecnóloga egresada de la BUAP y actualmente impulsa un negocio basado en procesos que observó y estudió durante su vida como estudiante. Resultó ganadora de la Beca Global Biotech Revolution, una iniciativa que nació en la Universidad de Cambridge, en Reino Unido y que le permitió formar parte del encuentro mundial Gap Summit en 2022. Definitivamente un orgullo de nuestra entidad y un referente en la aplicación de las ciencias biológicas en beneficio del ser humano y en la construcción de un negocio rentable y sustentable.

Pero ¿Qué es la biotecnología? ¿Cuáles son sus alcances, sus límites, beneficios y riesgos?

No cabe duda que, como bien apunta Ana Paula, la biotecnología existe desde que el ser humano tiene uso de razón y se ha visto en la necesidad de modificar el medio que le rodea para garantizar la supervivencia, ya sea en el manejo de los alimentos, en la manufactura de hilos y fibras y hasta en las modificaciones al entorno atmosférico teniendo la posibilidad de lograr saturaciones diversas de gases como el metano, el oxígeno y el hidrogeno.

Nuestra especie aprendió a moldear el entorno hace miles de años, tal vez 20 mil años o más. Y poco a poco se dio cuenta que podía hacer más a medida que adquiría más y más conocimiento y era capaz de transmitirlo a las generaciones sucesivas y compartirlo con tribus o sociedades vecinas.

Rápidamente el tiempo avanzó y construimos civilizaciones, transformamos por completo los lugares que colonizamos, practicamos la agricultura y ganadería para asentarnos en un territorio, inventamos la escritura para comunicar nuestras ideas, creamos tecnología, volvimos la vida más cómoda, y nuestro conocimiento se desarrolló de tal manera que llegamos a pensar que si podíamos hacer algo con la naturaleza lo hiciéramos sin preguntarnos si debíamos hacerlo o no.

En las últimas décadas hemos visto que de una u otra forma el poder transformador de la razón humana tal vez careció de reflexión y freno, tal vez hicimos más de lo que debíamos, tal vez no era tan necesario hacer la vida tan cómoda, tal vez la labor artesanal era más amable con el ambiente que la tecnología abrasadora de la modernidad.

Por eso, encontrarse con jóvenes creadores, que desarrollan teorías y ponen en práctica el conocimiento que quienes los antecedieron les han dejado como herencia, de forma responsable y con el único objetivo de mejorar la calidad de vida de la humanidad es muy grato y reconfortante. Y más aún si estas jóvenes mentes del mañana aprenden a combinar el desarrollo científico con el impulso de un negocio que les permita solventar la investigación y generar fuentes de empleo que cada vez resultan más urgentes.

Por eso congratulo la iniciativa de Ana Paula, aplaudo la existencia de organizaciones internacionales que aceleren, promuevan y detonen las iniciativas de las juventudes a lo largo y ancho del planeta y exhorto a los protocientíficos que aún están en las aulas y los laboratorios a imaginar y soñar con un mundo donde la ciencia y la sustentabilidad no estén divorciados y a que despierten y salgan a la sociedad a hacerlo realidad.

Fotografías: Telediario 2022 y

archivo personal Ana Paula Acevedo.

 

Eduardo Pineda

ep293868@gmail.com





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