Adiós, Hilda Luisa
Irma Sánchez
Hoy solo puedo decir: nos volveremos a encontrar, querida Hilda Luisa, para seguir en la terca de repetir nuestras historias. Tú en el periodismo y la vida política, y yo en el ejercicio periodístico, con todos los altibajos que dan la adrenalina del día a día.
Hilda Luisa: una más que se nos adelanta, como muchos amigos más.
Mucho me enseñaste y poco lo que aprendí, desde tus hábitos cotidianos de no fallarle a tu plato de papaya y los huevos tibios, con muchos vasos de agua.
Tu discreción, tacto y diplomacia siempre fueron reconocidos, como tu sonrisa y amabilidad para todos.
Dabas todo a quien se acercaba a ti, sin preocuparte en investigar la moneda con que te pagaban.
Perteneciste a la primera generación de reporteras del maestro don Enrique Montero Ponce.
Marcaste una época en la radiodifusión poblana con la cadencia que dabas a los comerciales de las firmas que buscaban que tu hicieras sus comerciales.
Con tu columna “Sabía usted que…” nos enteraste de muchas cosas y enriqueciste nuestro bagaje.
Como creadora del primer programa policiaco en Puebla “La Hora 20” te las ingeniaste para apoyar a muchas personas indefensas, víctimas de injusticias, para lo que encontraste varios aliados, abogados de reconocido prestigio que se sumaron desinteresadamente a tu causa.
En tu trayectoria política alcanzaste una diputación local y luego una federal, representando los intereses de la FTP CTM a la que llegaste como representante del Sindicato de la Radio.
Tu espíritu conciliador te llevó a reunir a las mujeres periodistas en una cruzada conjunta con Blanca Lilia Ibarra. Por todas trabajaste primero como lideresa estatal, después nacional.
Supiste combinar tu carrera de maestra, reportera, locutora, líder, con los roles de hija, hermana, madre y abuela amorosa.
A nadie le fallaste, Hilda Luisa.
Tal vez sacrificaste tu salud en algunas etapas.
Nunca perdiste la sonrisa y la fe en lo que viene.
Hoy me quedo con tu sonrisa y nervios recordando el momento en que estrené mi primer auto sin saber manejar y valientemente te subiste hasta que nos estrellamos sobre el auto de un vecino.
El nervio y la sonrisa fueron la constante en tu vida.
¡Hoy te digo adiós!
Me empeñaré en mejorar mi dicción y a no escatimar la sonrisa, hasta en los momentos más difíciles que tu decías, “tienen una misión y razón de ser”.
Continuaremos desayunando con el padre Nacho y con Lalo Merlo, ¡cómo aprendíamos!
¡Hasta luego, Hilda Luisa!
Mereces descansar después de que tu lastimada columna comenzó a protestar y no te decidiste a la cirugía.
Disfruta de ti misma sin dolencias, y saludos a todos los que te encuentres, de los que se nos adelantaron.
Foto: Agencia Enfoque