Respeto al orgullo LGBT+

La conmemoración del orgullo gay este lunes debe propiciar un valor central en la sociedad poblana: respeto.

Si su hijo es gay, respételo.

Si su vecino lo es, también.

Si tu compañero de escuela es gay o tú lo eres, lo mínimo que esperas es que te respeten.

El estudio “Violencia Escolar contra estudiantes LGBT en México” de la Comisión Nacional de Derechos Humanos editado en diciembre pasado reveló que en Puebla priva la homofobia y que afecta de manera contundente a estudiantes en sus ámbitos escolares.

De hecho, estamos en el Top 5 del país donde más se discrimina por razones de color de piel, peso, estatura y clase social y por supuesto, preferencia sexual.

“El bullying homofóbico es un tipo específico de violencia sexual que está basado en la orientación sexual y/o identidad de género, percibida o real. Generalmente se trata de violencia producida entre estudiantes, aunque también ocurre desde los docentes y otro tipo de personal que trabaja en las escuelas hacia ciertos estudiantes que son percibidos con orientación sexual y/o identidad de género diferentes al patrón cultural predominante. (UNESCO; junio 2013)”, refiere el estudio.

Incorpora diversos artículos de académicos, entre los que destaca el estudio elaborado por Karen Siomara Lara Jiménez y Abel Lozano Hernández: “Entre el deber ser y la disidencia sexual. Prácticas de exclusión entre estudiantes de educación básica en Puebla” aplicado en el centro Escolar del Sur Manuel Bartlett Díaz (CECsur por sus siglas).

“Recurrimos al concepto de violencia estructural ya que este nos permite observar y analizar las prácticas discriminatorias a las cuales son sometidos aquellos sujetos que no actúan de manera coherente entre su cuerpo, su género y su deseo en el proceso del cortejo y que son estereotipados como gays, maricas, putos, tortilleras y lesbianas con la finalidad de excluirlos, de discriminarlos como sujetos anormales, inferiores y prescindibles”, señala.

El Centro Escolar Comunitario del Sur pertenece a la Red del Programa de Escuelas Aso- ciadas a la UNESCO (por sus abreviaturas red PEA), que da capacitaciones a los orienta- dores educativos y psicólogos para implementar programas de instrucción para tejer una ayuda emocional y académica a los estudiantes.

Las clasificaciones de puto, maricón o gay son las más comunes entre los estudiantes de éste centro escolar y al mismo tiempo resultan ser desviaciones funcionales; pues jerarquizan las relaciones sociales y se vuelven el medio por el cual los varones afirman su género normativo negándolo en ese otro; no importando cuál de las tres categorías sean empleadas pues también de paso se engloban diversidades en el saco de la diversidad.En este sentido todos estos estudiantes heterosexuales masculinos son sospechosos de ser maricas, putos o gays, hasta que se demuestre lo contrario y es en el proceso de cortejo entendido como prácticas rituales de las relaciones afectivas donde se pueden apreciar las diferencias que darán base a las clasificaciones y exclusiones; pues el varón con déficit de hombría es asignado al género femenino…”

El estudio analiza las relaciones sexo-afectivas y la normalización de cómo deben verse las parejas que buscan relaciones. Citan los “novios de chocolate”, “amigos con derechos”, “fajes y toqueteos”, “novios”, hablan del consumo de pornografía la masturbación en los baños de la escuela.

“Resulta preocupante además que se sigan reproduciendo roles de género y sanciones morales hacia las mujeres en el ejercicio de su sexualidad a través de las mismas pláticas y talleres, en este sentido las brechas generacionales y los contextos socioculturales evidencian una falta de capacitación como actualización del conocimiento en torno a la sexualidad y a las dinámicas que los estudiantes de este bachillerato viven en su cotidianidad”, añade.

Ante estas reflexiones, más vale revisar cómo está siendo la educación sexual en las escuelas y las familias, porque estamos en una situación de riesgo mayúsculo, pues a mayor exposición de las libertades sexuales, puede exacerbarse la violencia contra quienes las exigen.

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