Opinión

Datos históricos para no olvidar: Alfred Nobel

18 octubre, 2022 9:02 pm
Gabriela Hernández Huerta

“Yo no dejaría nada a un hombre de acción, pues se vería tentado

a dejar de trabajar, por otro lado, me gustaría ayudar a los

soñadores ya que les resulta difícil conseguirlo en la vida”.

Alfred Nobel

 

Esta semana y con motivo del 189 aniversario del natalicio de Alfred Nobel, escribo acerca de tan brillante personaje.

El Premio Nobel es un premio honorífico llevado a cabo por el gobierno de Suecia y se otorga cada año a personas que hayan hecho investigaciones sobresalientes o realizado contribuciones notables a la sociedad. Los premios se conceden en una ceremonia celebrada anualmente en la Sala de Conciertos de Estocolmo cada 10 de diciembre, fecha en que Alfred Nobel murió. Y la entrega del Premio Nobel de la Paz se realiza en Oslo, Noruega.

Alfred Nobel fue un químico, ingeniero, inventor y fabricante de armas sueco, conocido sobre todo por la invención de la dinamita, además por la creación de los premios que llevan su nombre: los Premios Nobel. Cabe hacer mención que la dinamita supuso una revolución en el campo de los explosivos. Fue utilizada con fines muy diversos, por ejemplo, la minería, las infraestructuras ferroviarias y, tristemente, también la guerra y el terrorismo.

Nobel nació el 21 de octubre de 1833 en Estocolmo, Suecia. Fue el tercero de los ocho hijos de Emmanuel Nobel y Caroline Andrietta Ahlsell. De una familia de ingenieros en Estocolmo, no es de extrañar que desde muy pequeño se interesara por esta temática, acompañado de una intensa formación en ciencias naturales y humanidades. Aprendió de su padre los fundamentos de la ingeniería y continuó sus estudios en San Petersburgo, Rusia, ciudad a la que su familia se había trasladado en 1842. Leía, hablaba y escribía en cinco idiomas con fluidez: sueco, ruso, inglés, francés y alemán.

En 1850 viajó a París y más tarde a Estados Unidos, países en los que perfeccionó sus conocimientos tecnológicos. A su regreso a San Petersburgo, trabajó en la fábrica de su padre hasta que se produjo su quiebra en 1859. Nobel se embarcó en muchas empresas comerciales con su familia, sobre todo siendo dueño de Bofors, un productor de hierro y acero que se convirtió en un importante fabricante de cañones y otras armas.

Fue un hombre solitario, quien nunca contrajo matrimonio ni tuvo hijos. Su familia era descendiente de Olof Rudbeck, quien fue el genio técnico más conocido en Suecia en el siglo XVII, cuando este país era una gran potencia en el norte de Europa. Nobel escribía además poesía y teatro. A lo largo de sus más de sesenta años de vida, Alfred Nobel, además de los explosivos, inventó el detonador, el caucho sintético, la seda artificial y el cuero, entre otros. Registró 350 patentes, y su nombre sigue presente en muchos frentes, como con el elemento químico Nobelio, el asteroide (6032) llamado Nobel o un cráter localizado en la cara oculta de la Luna, sin contar los prestigiosos Premios Nobel.

Esta eminencia científica falleció el 10 de diciembre de 1896, a causa de una hemorragia cerebral cuando se encontraba en su casa en San Remo, Italia. Tenía 63 años de edad.

En su testamento firmado el 27 de noviembre de 1895 en el Club Sueco-Noruego de París, instaura con su fortuna un fondo para premiar a los mejores exponentes en la Literatura, Fisiología o Medicina, Física, Química y la Paz. Se calcula que la fortuna que poseía en ese momento era de 33,000,000 de coronas, destinadas casi íntegramente a la fundación de los Premios Nobel. A la familia, le dejó en herencia una cantidad irrisoria.

La anécdota que llevó a la creación de los Premios Nobel es bastante conocida: Un extraño incidente en 1888 pudo haber desencadenado este histórico legado relacionado con Ludvig, su hermano, quien murió mientras se encontraba en Cannes, Francia y que los periódicos franceses confundieron con el propio Alfred. Y es que Nobel leyó en el periódico su propio obituario titulado “El Comerciante de la Muerte”. Este artículo le hizo reflexionar sobre cómo la historia le recordaría: Ya que había sido el creador de la dinamita, un invento que había desarrollado en aras del progreso, pero que finalmente causó un número inmenso de muertes, accidentales o intencionadas. Para tratar de enmendar su culpa, en su testamento dispuso que la gran mayoría de la fortuna que había amasado con su invención fuera destinada a premiar a aquellos cuyo trabajo beneficiara a la humanidad. Una anécdota que, sin embargo, sigue siendo una leyenda ya que nunca ha aparecido un original de ese supuesto obituario.

Es así como nacieron los Premios Nobel. Un testamento que causó gran controversia, no solo para su familia, que se opuso al establecimiento del Premio, sino también por la opinión pública a nivel internacional. Pasaron cinco años antes de que se pudiera otorgar el primer Premio Nobel en 1901. Y, actualmente, es considerado el galardón más prestigioso del mundo.

Investigadores y literarios cuya aportación merece un hueco en un listado histórico, en el que figuran nombres tan ilustres como el de Albert Einstein, Alexander Fleming, Martin Luther King Jr., Marie Curie, Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Gabriel García Márquez, Octavio Paz, Mario Vargas Llosa, entre otros.





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