Puebla

Diego, el pequeño gran luchador con cuadriplejía espástica

La historia de Diego, un niño con cuadriplejía espástica que lucha por mejorar su condición

28 abril, 2023 10:06 am
Liliana Tecpanecatl

Diego hace una pinza con el pulgar y el índice y así, toma una moneda de juguete. Lleva el pequeño círculo de plástico a un bote con una ranura en la tapa. Lo inserta, lo empuja con el índice y la moneda desaparece en el interior del recipiente. Los adultos a su alrededor, celebran.

Diego tiene 4 años y su diagnóstico es cuadriplejía o cuadriparesia espástica. Este es la forma más grave de parálisis cerebral e involucra rigidez severa en los brazos y las piernas, y un cuello blando o débil. No puede caminar, probablemente nunca lo logre.

“Lo que pasa es que él nació prematuro, faltaban dos días para cumplir los siete meses. En principio la verdad sí fue muy difícil, asimilarlo para mí fue muy difícil, antes no podía hablarlo, pero ahora ya, al ver que él va avanzando, pues ya, asimilarlo ha sido lo más difícil”.

Ella es Ángeles Atenco, madre de Diego, que tres veces a la semana acude al DIF de San Andrés Cholula para que él reciba la terapia física que su condición le exige. Su peregrinar por diferentes centros de rehabilitación inició desde que él tenía seis meses de edad y continuará hasta que sea necesario.

“Todo lo que hacemos es por él, yo siempre le digo, le tienes que echar ganas, no importa el tiempo que te tardes, tienes que caminar y yo se que va a valer el esfuerzo, todo lo que hemos hecho”.

En el DIF, Diego recibe la atención de al menos tres fisioterapeutas en sesiones de dos horas, que a Ángeles le cuestan 57 pesos. En el ámbito privado, por cada hora y con un solo profesional, ella pagaría entre 400 y hasta 800 pesos por terapia.

Si bien, Diego está afectado a nivel motriz, ya puede sentarse, ha dejado de tener las manos en puño, sostiene su cuello y ha adquirido fuerza en el abdomen. Además habla perfectamente, “como un perico”, dice él mismo, mientras nos cuenta que le gusta Hulk y los malvaviscos.

Se negó a cantar el Ratón Vaquero, ocupado como estaba manipulando las monedas, pero nunca dejó de reír. Hacía pausas, volvía a intentarlo y ahí, en medio de una sala de tapete multicolor, Diego da muestras cada día de su férreo carácter, de su tesón y sus ganas de vivir.





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