El fútbol secuestrado

6 julio, 2021 1:45 pm


«El fútbol profesional, lucrativa industria del 

espectáculo, maquinaria implacable, está 

organizado para que el dinero mande, pero 

no sería una pasión universal si no 

siguiera teniendo, como por 

milagro tiene, capacidad de sorpresa».

 

Eduardo Galeano

 

Estos días de junio y julio de 2021 son otra muestra de que el fútbol ha sido secuestrado desde hace muchos años. Ya es un deporte muy alejado de sus aficionados, de los que están a la expectativa de los mejores partidos de fútbol; está fuera, como sostenía Eduardo Galeano, extraordinario escritor uruguayo y de los pocos que se han atrevido a escribir y hablar de fútbol, del anhelo de los aficionados que dicen: «por el amor de Dios, les pido una buena jugada, por favor».

Pues bien, a sabiendas del interés que provoca en una gran parte de la población, el fútbol ha sido secuestrado, tanto por políticos como por las grandes empresas transnacionales, particularmente de televisión. Esto deja a su suerte a los aficionados e interesados de un buen partido de fútbol; ya que, a pesar de que en estos días se juegan dos torneos internacionales: uno en Europa, con las mejores selecciones de ese continente y otro en Sudamérica (ambos torneos retrasados un año por la pandemia), ninguno se transmite por canales de televisión abierta, solamente por los servicios de televisión por cable.

Ya han pasado los años en donde las televisoras se peleaban los derechos para transmitir esos partidos, pues, observando que se trata de un negocio que atrae a miles de aficionados, todas las transmisiones han pasado a servicios de televisión de paga; por lo cual la gran mayoría de la población se queda con la frustración de no poder seguir los partidos de ambos torneos. Todo da a entender que solamente son televisados para los privilegiados que pueden pagar los servicios de televisión por cable.

El éxito que ha tenido el béisbol y otros deportes en Estados Unidos de América, que arrastran multitudes, es porque los mejores eventos se mantienen en televisión abierta. Este país sabe que imponer medidas de privatización tendrá como consecuencia que, poco a poco, se vaya perdiendo el interés por aquellos torneos y, con ello, por el propio deporte. Basta recordar lo que le sucedió durante algunos años al box profesional en México. En la década de los noventa se empezó a transmitir las grandes peleas por medio de la televisión por paga; la consecuencia fue contundente: ese deporte se acabó por televisión abierta durante muchos años hasta que, últimamente, ha resurgido con muy pocas peleas de calidad. Incluso, la propia afición ha perdido la noción de los boxeadores mexicanos campeones y de las organizaciones internacionales que regulan este deporte; todo ello por la voracidad de las cadenas televisivas de paga absorbiendo la trasmisión de ese deporte.

El fútbol va para allá si no se hace algo al respecto. Por lo pronto, sigue secuestrado por las cadenas televisivas para transmitir los mejores torneos por televisión de paga. Ahora bien, esto no es todo, también lo tienen secuestrado otros tipos de empresas, como las casas de apuestas, lo cual es incluso, hasta arriesgado. Basta con recordar que la ludopatía es uno de los vicios más difíciles de controlar y el hecho de que esas empresas de apuestas sean propietarias de equipos de fútbol o «simples» patrocinadores provoca que se ponga en duda el juego limpio que tanto desean los aficionados; un juego limpio que mantiene la expectativa de lo que puede suceder en un encuentro. Ya hay muchos casos en la historia de lo que provocan los partidos de fútbol amañados. Por ello, se habría que hacer algo al respecto.

Este deporte profesional también está secuestrado por los políticos. La historia tiene ya registrados muchos casos de esto a nivel mundial y localmente no hay excepción; es decir, en México ¿cuántas veces nos hemos topado con políticos dentro del fútbol, que «arreglan» partidos, hacen transacciones y contratan jugadores? Sólo recordar que el estadio Cuauhtémoc fue cerrado durante una temporada y que el equipo de la franja tuvo que deambular por toda la república para jugar sus partidos oficiales del torneo. Una prueba más reciente es que hoy el titular de la federación de fútbol de México es un político que alguna vez comandó instituciones públicas, como el Instituto Mexicano del Seguro Social, aquella institución que, en la década de los ochenta del siglo xx, fue propietaria de dos equipos profesionales de fútbol. En fin, está bien comprobado que el fútbol está secuestrado por muchos intereses y los que faltan. (Web: parmenasradio.org).





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