Puebla

La fe mueve a los poblanos; así se vivió la procesión de Viernes Santo

7 abril, 2023 5:37 pm
Liliana Tecpanecatl

El ritmo habitual de la ciudad, se suspendió. Las principales calles del Centro Histórico se inundaron con la devoción de los feligreses católicos que a manera de penitencia, participaron de la tradicional procesión de Viernes Santo en su edición número 31.

El sudor recorre la frente de Roberto, rodea su cara y baja hasta el cuello. Su día comenzó desde las 7 de la mañana, son las 2 de la tarde y apenas ha tenido tiempo de comerse unas galletas y beber algo de agua, tiene 57 años y desde hace 10 años es porteador de la Virgen de los Dolores

Agencia Enfoque

Él, cómo el resto de los devotos que integran las cofradías de las diferentes imágenes que participan en la procesión de este viernes, dan muestra de su fé a través del cansancio, el sacrificio y la penitencia. Los intensos rayos del sol, no hicieron mella en su ánimo y al final de la tarde pudo decir: misión cumplida.

“Sí es pesado, entre 16 hombres cargamos a la Virgen de los Dolores, no me preparo físicamente para esto, es la pura devoción, la fe, con ese fervor que venimos a cargar a la virgen, yo lo hago desde hace unos 10 años y para mí es ya una tradición”.

Desde atrás de las vallas, sobre las banquetas, los creyentes echan porras, aplauden, lanzan vivas. No hay sombrilla tan eficiente que los libre del calor inclemente. Otros más siguen el paso de sus imágenes, la mayoría espera al final y se forma detrás del Señor de las Maravillas. 

Se oye la voz infantil de una niña de no más de 7 años, ¡Viva el Señor de las Maravillas!; la gente responde: ¡Viva! Y el ambiente adquiere una mística diferente. Los asistentes inclinan la cabeza ante el paso de su Rey, algunos ojos se llenan de lágrimas. 

Doña Esperanza, comparte que tiene cáncer de seno y que su fé en el Señor de las Maravillas la mantiene fuerte; Marco, padre de la menor que grita al paso de la imagen, aplaude y asegura que el regalo más grande es la salud de los suyos y por eso cada año asiste a la procesión para agradecer al hijo de Dios. 

“Vengo con toda mi familia, mi suegra, mis hijos, es tradición, la fé nos mueve a venir cada año, mis hijos y su devoción, nosotros tenemos nuestra creencia en el señor de la Maravillas que es muy milagroso y venimos a pedirle y también a agradecerle”. 

No todo es devoción y rezo. Las calles también son escenario de un desfile interminable de vendedores ambulantes. Nieves, chicharrines, aguas frescas, papas, fruta picada, refrescos, empanadas, y toda clase de botanas se ofrecen a quienes ceden a las tentaciones mundanas. También hay gorras, globos, cubrebocas y gafas de sol. 

La tarde avanza y con ellas, la procesión. Las imágenes vuelven a la Catedral de donde salieron al medio día; para el mensaje final del arzobispo Victor Sánchez Espinosa y después inician el recorrido hacia sus diferentes templos y parroquias. 

El trayecto más largo será el del Niño Doctor que deberá viajar hasta Tepeaca. Y así, otra vez la pasión y muerte de Jesucristo, ha sido recordada a través de la procesión que al paso de los años, se ha convertido en una de las tradiciones de mayor arraigo entre los poblanos.

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